Algoritmos capaces de emular a Rembrandt y más…

por 10 Nov, 2017CULTURA, NOS GUSTA

RELLENAR!!!!!!!

Este cuadro no lo pintó el genio neerlandés del s.XVII, tampoco un alumno de su escuela o un falsificador, lo ha creado un procesador de datos y una impresora tres siglos después.  La obra se llama The Next Rembrandt. Durante 18 meses, historiadores de arte, tecnólogos y científicos, y un procesador, han trabajado en equipo a partir de la recolección y el análisis de datos derivados de 346 obras del artista. En la primera fase del estudio el procesador llegó a la conclusión de que el sujeto del cuadro sería un hombre caucásico, con barba, entre 30 y 40 años, con una lechuguilla, sombrero y mirando a la derecha. Se volvió a proceder al análisis de cada una de las obras con estas características, se extrajo la media de cada rasgo, textura, pintura, proporciones  y técnica empleadas, hasta las manías del artista, y se procedió a la impresión en 3D del resultado final. Todo un entramado de algoritmos que dieron con una obra de arte y que fue presentado en Amsterdam en 2016.

El trabajo ha corrido a cargo de Microsoft junto con el banco digital de origen holandés, ING. Ron Augustus, del equipo de Microsoft, comenta en el documental que su intención ha sido «servirse de la tecnología y de los datos para realizar este cuadro, como Rembrandt hubiera utilizado los pinceles y la pintura».

The Next Rembrandt ha sido hecha en 3D a partir de un análisis tecnológico minucioso de la obra del pintor. Fue presentada en Amsterdam en 2016.

Estamos en un período del boom de la robótica. Se está introduciendo en nuestro mundo como un líquido se va propagando por los vasos conductores de un organismo, de forma imparable y cada vez más perfeccionada, y seguramente que lleguemos a conocer los preliminares de la hibridación hombre/máquina, que nos permitirá  multiplicar nuestras capacidades exponencialmente. Y hasta quizá llegue a ser anacrónico tener un cuerpo, como auguró en el The New Yorker, Ray Kurzweil, presidente de la Singularity University, el centro de investigación transhumanista financiado por Google en Silicon Valley.  Este tipo de vaticinios me entran ganas de salir corriendo lejos, al campo, a uno de tantos pueblos abandonados donde comenzar una vida al margen de todos estos avances.

Claro que es positivo que el fin de la robótica esté dirigido al progreso en la salud y a la asistencia cotidiana para la gente discapacitada y para el mayor confort de todos en general. Y nos asusta, pero sabemos que es irremediable desde la primera Revolución Industrial, que un robot realice tareas mecánicas cada vez más sofisticadas (aunque vaya a repercutir en el empleo, es una revolución más que la sociedad tendrá que asimilar), pero cuando entra en juego su capacidad de reemplazar lo que nos hace más humanos a los humanos, nuestra capacidad creativa y de transmitir emociones, eso da qué pensar.

El pasado mes de septiembre el robot de dos brazos Yumi, diseñado por la firma suiza ABB, debutó con éxito en el Teatro Verdi de Pisa en ocasión del primer Festival Internacional de Robótica en la ciudad toscana. Su misión fue dirigir a la orquesta filarmónica de Lucca y al tenor italiano Andrea Bocelli en el aria  La donna è mobile de la ópera Rigoletto de Giuseppe Verdi.

Según el maestro Andrea Colombini, director habitual de la orquesta de Lucca, el resultado había sido un éxito y reconoce que «Yumi es mucho más sofisticado que su antecesor Asimo», el robot diseñado por Honda, que dirigió a la sinfónica de Detroit en el 2008. Asimo estaría menos desarrollado tecnológicamente, pero su aspecto humanoide despertaba irremediablemente mayor emoción que Yumi.

Yumi dirigiendo a la orquesta filarmónica de Lucca y al tenor italiano Andrea Bocelli en el aria  La donna è mobile de la ópera Rigoletto de Giuseppe Verdi, 2017.

 

 

Y aún hay más, en la cuenta de Instagram de la bailarina y coreógrafa Blanca Li @blancalioficial di con esto:

They remember very well the choreography rehearsal #robot #dance

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‘Robot’, fue el espectáculo que estrenó la coreógrafa Blanca Li en 2014, una danza experimental compuesta por humanos y robots.

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