¿A quién nos referimos con +50?
Es una pregunta que siempre me ronda. ¿Tiene algo que ver una persona de 50 años con una de 70? ¿Y una de 70 con otra de 85? ¿Y una de 80 años en forma con otra que ha dejado de ser autónoma a su misma edad? Me da la sensación de que para simplificar, organizar y definir nos meten a todos en el mismo saco, y, sin embargo, cada uno de los que llenamos ese saco somos únicos y diferentes. Estuve en el último Congreso de Maduralia sobre el bienestar y la calidad de vida en la madurez. Y una vez más, esa confusión estaba presente.
El año pasado asistí al II Congreso Nacional en Madrid, llevada por el interés y por la curiosidad de ver la repercusión que tendría. El Congreso lo organizan la presidenta de la Fundación Mayores de Hoy, Matilde Pelegrí, en colaboración con la Fundación Española Mujer y Salud (FEMYS), dedicada a mejorar la salud de las mujeres a través de la educación; también el grupo de comunicación SENDA y el Instituto Palacios, dedicado a la salud integral de la mujer. Invita a participar a todas las personas que superan los 50 años, así como a las instituciones públicas y entidades privadas comprometidas con la promoción de una madurez activa y saludable.
La asistencia fue demasiado escasa para tratarse de un congreso anual sobre un tema con una importante repercusión social. Y eso me entristeció. Imaginaba, mientras estaba allí sentada, un congreso donde hubieran estado presentes instituciones públicas (no solamente un ratito en la inauguración) para recoger preocupaciones y propuestas y para exponer su implicación en los cambios sociales que estamos viviendo en el ámbito nacional e internacional. Un congreso donde hubiesen asistido personalidades expertas en el tema y también otras personalidades no tan expertas para dar su punto de vista. Un congreso donde también se pudiese escuchar a pensadores y compañías e instituciones extranjeras, para ver cómo están lidiando con el silver segment y los silver surfers, que también están determinando su devenir socioeconómico. Imaginaba un congreso con el cartel de aforo completo colgado de la puerta y donde se hubiera podido debatir.
Pero no, el aforo lo constituían una treintena escasa de personas, en su mayoría mujeres que rondaban los 70 años. La intervenciones duraban sólo 10 minutos y, cuando el tema interesaba, daba tiempo para muy poco. Los ponentes fueron principalmente representantes de compañías privadas que han puesto su foco en el sector senior (telefonía móvil, turismo, seguros de automóviles y cosmética). Empresas que quieren abrir mercado y ven en este nuevo sector oportunidades de expansión. Y hubo otros temas menos comerciales que también se pusieron sobre la mesa. Se habló sobre el sexo y el deseo, liberándolos de cualquier problemática con la que suelen ir asociados; sobre la importancia de seguir aprendiendo por el mero hecho de aprender (en la universidades para mayores, por ejemplo); sobre una nutrición preventiva; y sobre el emprendimiento como solución al problemón que se nos avecina a los que todavía nos quedan unos cuantos años para la jubilación. Ya nos están advirtiendo que las pensiones se convertirán en un apoyo simbólico y aquellos que deseen seguir viviendo con un cierto confort, tendrán que ir haciendo hucha con bastante antelación y continuar trabajando a partir de los 67 años.
Hubiese escuchado feliz mucho más tiempo, si se hubiesen desarrollado estos temas con mayor arrojo y menos deje condescendiente hacia los «mayores». He echado de menos que el congreso no se haya aprovechado para crear un debate social y económico más estimulante. Y me figuro que a los organizadores de Maduralia les ha pasado lo mismo. Ojalá la próxima edición sea así.
Un tema que me resultó desconcertante fue la facilidad con la que se saltaba de una franja de edad a otra. Seguramente la gente de más de 50 años sea la franja de edad más heterogénea que se da hoy en la sociedad y por eso es una misión vana intentar categorizar en un solo grupo a un sector de edad tan dilatado en el tiempo y tan dispar. Me parece una forma reduccionista de contemplar las 5 décadas que comprenden la franja +50, siendo tiempos vitales muy diferentes. Es cierto que, a la hora de pensar en individuos, son muchas cosas las que podemos tener en común, sobre todo intereses culturales, pero las preocupaciones, las necesidades y el estilo de vida difieren enormemente. Además, quienes hoy rondan los 50 están protagonizando una revolución vital respecto a las generaciones de nuestras madres, están viviendo un momento social de ruptura, y sin embargo, normalmente, no solo en este congreso, nos meten en el mismo saco.
Al asunto de la edad le dimos muchas vueltas a la hora de definir On the 50 Road. Veíamos que cuando se habla sobre grupos de edades la etiqueta de +50 años figura como una premisa generalizada en un montón de estudios y de artículos nacionales e internacionales. Me figuro que mucho tiene que ver con la llegada de la menopausia, como factor «incuestionable» de cambios a la hora de categorizar a un grupo social. Un antes y un después. Y ese después resulta que abarca 5 décadas. Por eso, aunque parecía obligado subirnos al mismo tren de +50, decidimos centrar nuestro proyecto en un grupo más reducido: mujeres que rondan la franja de los 45 a los 65 años, activas laboralmente y con proyectos e inquietudes comunes que les une. Eso sí, dando visibilidad también a un montón de mujeres fabulosas que han vivido más y que consideramos referentes sociales o, simplemente, nos encantan por su forma de vivir y porque son capaces de hablar con absoluta libertad.
Hoy por hoy, en España, hay un factor determinante que nos diferencia: el hecho de tratarse de generaciones muy diferentes por haber crecido en épocas muy distintas; pero también es verdad que nos une el talante que confiere la madurez y, si la salud acompaña, las ganas de seguir disfrutando, independientemente de la edad que se tenga.
La etiqueta +50… quizá sea por ese punto de inflexión en el que un buen día a una le bautizan por la calle de señora, sin titubeos que valgan. Es un tema todavía muy ambiguo. Los tiempos están cambiando y aún nos cuesta entenderlo y asimilarlo.
Me encantaría saber qué piensas sobre la etiqueta +50 años, para poder llegar a comprenderlo.
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