El talento sénior laboral a debate
Hay dos corrientes en las carreras profesionales de las personas que han alcanzado lo 45 años que van por cauces muy diferentes. Una de ellas integra a aquellos que han logrado puestos directivos como guinda final de una carrera de largo recorrido; y otra, más tortuosa, que comprende a las personas que de alguna manera se ven desplazadas del sistema laboral porque ya son demasiado mayores o caros para el sistema productivo, cuando todavía les queda más de 20 años por delante para cumplir. Es un problema social sobre el que se comienza a hablar.
Hay más. Según un informe de 2018 del Observatorio de Demografía y Diversidad Generacional de la Fundación Instituto Empresa realizado en colaboración con la consultora People Matters, las tasas de empleo entre los trabajadores mayores se sitúan en la parte más baja de Europa, a mucha distancia de los niveles de empleo en los países nórdicos, bálticos y noroeste del continente, especialmente entre los trabajadores de mayor edad y entre las mujeres. Y cerca de un 90% de las empresas reconoce no haber hecho nada a favor de una política de contratación, de formación o de reciclaje dirigida a la fuerza laboral sénior.
Menudo panorama alentador para la gente que ronda esa edad y necesita un nuevo trabajo. Las cifras acojonan (así es) y la realidad también. Pero, sin embargo, estas cifras no causan ningún estupor a los medios, ni rubor a las administraciones ni a las empresas ni siquiera a la sociedad como gran ente. Es un hecho asumible (por ahora…).
Son muchos los grupos sociales que están reivindicando con arrojo su sitio en la sociedad, como la infinidad de acciones de apoyo que han surgido en la última década para propulsar las carreras de las mujeres y combatir las desigualdades de género. Una lucha activa que ya no hay quien la pare. Pero sobre la discriminación de la edad poco se habla y quizá ahí esté nuestra culpa. En vez de lamentar habría que reclamar y exigir. Hacerse ver y plantear el debate, convertirlo en un asunto social y político.
Y eso es lo que están haciendo algunos grupos que se han propuesto tomar cartas en el asunto y visibilizar este nuevo reto que se nos plantea. Hace unos días asistí a un evento organizado por IMF Business School y la asociación Plus40net, la primera red de apoyo al talento profesional creada para asistir a los mayores de 40 años que se encuentran en un momento de transición laboral. El objetivo del encuentro fue exponer la situación de fragilidad laboral que afecta a este segmento de la población (según el Instituto Nacional de Estadística, en la próxima década la mitad de los españoles tendrá más de 50 años) y plantear oportunidades desde el punto de vista de los Recursos Humanos en las grandes empresas. En el encuentro Plus40net presentó su último libro Recuperar el Talento Invisible (que puedes descargar en su web), en el que diferentes profesionales analizan la situación del mercado laboral sénior.
Y aunque parece que se respiran ciertos aires alentadores, según la Encuesta de Población Activa (EPA), desde 2015 los mayores de 40 años es el colectivo que está consiguiendo una mayor incorporación laboral desde la crisis económica; el 90% de las contrataciones son temporales y los salarios de aquellos nuevos que se incorporan en una empresa son mucho más pobres que aquellos de los que gozan los que están ya dentro. No hay un equilibrio entre la cantidad de las nuevas incorporaciones y la calidad de éstas. De hecho muchas nuevas incorporaciones de la gente que ronda los 40 y 50 son tan precarias que vuelven a encontrarse en la casilla de salida, como cuando comenzaban su carrera con veintitantos. Una especie de juego de la oca perverso.
«Hay gobiernos que nos llevan una avanzadilla: países nórdicos y Japón. Estamos perdiendo un tiempo precioso que corresponde con la fragmentación política que estamos viviendo. No se está haciendo nada desde los gobiernos, el debate solo está centrado en el poder adquisitivo de las pensiones, pero no se habla del marco regulatorio para poder elegir la edad de jubilación o modificar la edad según las profesiones, ni sobre el desarrollo de políticas que permitan combinar la pensión con seguir percibiendo una renta sin que eso penalice fiscalmente. Las empresas tienen una responsabilidad evidente y deberán retener y apostar por el talento sénior, entre otras cosas, porque los cambios del patrón de consumo van a cambiar. Pero también es fundamental que el Estado ofrezca políticas activas de empleo eficaces, por ejemplo políticas de reciclaje, y apoye al tejido empresarial dominante en nuestro país: las pequeñas y micro empresas, que son las que tienen más difícil los planes de formación, de reciclaje y retención de talento. Soy optimista y sé que llegará el momento en que la sociedad civil y la política cambiarán la mentalidad, pero lo harán por necesidad y eso me entristece. No hay visión de largo plazo».
A quien sí que le parece necesario un sistema de cuotas para conseguir avanzar y normalizar la situación es a Manuel Naharro Arteche, Project Manager de la plataforma SAVIA, un proyecto sin ánimo de lucro liderado por Fundación Endesa y Fundación Máshumano, que se puso en marcha hace seis meses, y cuenta ya con más de 10.000 séniors registrados, 250 empresas interactuando con ellos y 80 organizaciones de las que se nutren para abordar el desempleo sénior. Desde su principal actividad que es la formación para el empleo, busca promover un cambio cultural sobre el colectivo mayor de 50 años desvinculado prematuramente de sus trabajos, que se estima en alrededor de un millón de profesionales (según el INE 2018). «El sistema facilita la salida a un talento que se encuentra en plena capacidad de aportación (según la OCDE 2018, en España, solo el 44% de la población activa de entre 60 y 64 años trabaja, frente al 54% de Reino Unido, el 51% de los Países Bajos, el 59% de Alemania o el 72% de Suecia). Desde SAVIA, hemos convocado una mesa con los grandes despachos de abogados para que planteen entre ellos las medidas legislativas que se podrían pedir a la administración pública que atañen a la seguridad social, la compatibilización, acceso a la contratación, bonificaciones y deducciones a las empresas por contratos… Es nuestra forma de movilizarnos y hacer ruido para poner solución a esta situación de discriminación en razón de la edad». «Tenemos una realidad sociocultural que nos supone un handicap, sostiene, pocas personas reconocen y sacan partido de su propios fracasos, como haría alguien de una cultura anglosajona y eso nos complica mucho. Nos impide progresar y luchar. Además, aquellos que habitan en países que no gozan de nuestro estado de bienestar, saben que tienen que preocuparse como individuos de su propio futuro y bienestar. Saben que tienen que seguir trabajando para asegurarse una pensión privada y un seguro médico. Son formas diferentes de vivir, y la nuestra que resulta más cómoda y segura, por otro lado nos apalanca».
Manuel Naharro Arteche, desde SAVIA, finaliza el encuentro invitando a todas las instituciones, asociaciones, fundaciones y organizaciones, que están por la labor de cambiar las cosas, a crear un MOVIMIENTO único que suponga el motor del cambio, capaz de generar una emoción común que nos anime a ponernos en marcha, cada cual con sus medios. Es la forma de crear impacto, debate y presión social.
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