¿Estoy dedicándome a lo que realmente quiero?
Pero a nosotros nos ha tocado un momento de incertidumbre, una especie de cuerda floja entre los trabajos inamovibles de nuestros padres y un sálvese quien pueda tras la crisis económica global. Y esa clase de lecciones pragmáticas y vitales, solo las aprendemos mientras vamos haciendo. Y como nos viene de nuevas, se hace mucho más cuesta arriba, tanto que la mayoría lo contemplamos solo como una aspiración. Simplemente por falta de fe en nosotros mismos.
Me parece un tema realmente apasionante, la idea de resetearnos, de volver a empezar. Y es una de las razones que nos ha llevado a Cristina y a mí a estar aquí, On the 50 Road, para de alguna manera visibilizar esta necesidad imperiosa y tratar de motivarnos en nuestro propósito. Todos nos vamos encontrando con gente que sí que ha realizado un cambio radical en sus vidas, han arriesgado, y seguramente se encuentran felices y, desde luego, nada arrepentidos. Les preguntamos, nos cuentan y mientras escuchamos sus historias, va despertándose dentro de nosotros el gusanillo de la envidia y esa pregunta hipotética: «y si yo….». Una se queda pensativa rumiando posibilidades, según haya sido de apasionante la historia, pero en algún momento, más o menos largo, ese gusanillo vuelve al letargo. Y seguimos caminando por la línea recta.
No se me olvida lo que me contó un amigo que había realizado un estudio sociológico titulado La vida es cambio. El cambio es vida sobre la gente jubilada en España, dirigido por el psiquiatra Luis Rojas Marcos. Había recorrido el país, preguntándoles cómo se sentían, cómo se veían y cómo se organizaban la vida. Y lo que más le llamó la atención, me dijo, fue que las personas más felices eran las que habían sabido dar a tiempo ese cambio profesional. Los que habían experimentado el riesgo y el miedo, empujados por la fuerza de la ilusión y habían conseguido dar un giro a su vida profesional a los cuarenta y muchos, a los cincuenta o a los sesenta años; aquellos que han tenido la oportunidad de cambiar, dedicándose bien a lo que habían anhelado años atrás o bien descubriendo nuevos caminos. En definitiva, son más felices aquellos que se han reinventado.
Os dejo esta charla de TEDLondres en la que la periodista Lucy Kellaway habla de su transformación y del proyecto que se trae entre manos como cofundadora de la organización benéfica educativa Now Teach. Kellaway ha sido columnista durante 32 años en el Financial Times y se ha servido de la sátira para desnudar el retorcido y oscuro entramado empresarial a nivel global, poner en evidencia las argucias, los eufemismos y las palabras huecas de los que se sirven las grandes corporaciones para concederse sus licencias, y poner de manifiesto también las ansias imperiosas de reconocimiento y de dinero de muchos de sus ejecutivos. Se ha ganado su reconocimiento como periodista mordaz. Pero haciendo balance hace un par de años se dio cuenta de que no quería ser columnista toda su vida, quería intentar otras cosas. Se le había ido su motor del miedo (miedo a escribir malos artículos), había entrado en una zona de confort profesional que no le llevaba a ninguna parte y tenía ganas de cambiar.
Se metió en una aplicación de Google, que predice la esperanza de vida, y al ver que tenía 40 años por delante, es decir 20 años más de trabajo, los hijos criados, la hipoteca pagada, ahorros en la cuenta, y ningún interés en conservar a toda costa su status como periodista senior del Financial Times. En resumidas cuentas, al verse libre de ataduras, se visualiza en el vértice de la pirámide de Maslow, que establece las jerarquías de nuestras necesidades como personas, y se permite el lujo de preguntarse con 57 años: ¿estoy haciendo lo que realmente quiero?. Su respuesta es una decisión drástica: abandona su puesto de periodista senior (aunque sigue colaborando) para consagrar sus siguientes años profesionales a ser profesora en un colegio de secundaria, algo que no le venía de lejos, con una madre y una hija dedicadas a la docencia. Quiere hacer algo útil, aportando a la educación sus 30 años de experiencia profesional en el mundo los negocios. Pero sin ninguna preparación para lo que le viene encima.
Ha ido más allá, no se trata de una historia de reinvención personal, sino que ha puesto en marcha, junto a su socia la profesora y empresaria social Katie Waldegrave, un experimento que han venido a llamar Now Teach. Una organización sin ánimo de lucro para atraer el talento de ejecutivos del mundo empresarial, que rondan los 50, y que les apetece, como a ella, dar un giro radical a su vida profesional. Se informaron sobre la situación de la docencia en su país, el gobierno británico está invirtiendo en educación y en 2016, 35.000 personas optaron a prácticas como profesores, de los cuales solo 73 tenían más de 55 años. Ante este panorama pusieron en marcha el año pasado un proyecto piloto en Londres. Lanzaron a su audiencia en el FT y en la radio, una propuesta tentadora: la posibilidad de cambiar de profesión, si así lo deseaban, y dedicarse a la enseñanza en las escuelas. Es decir, dejar sus trabajos donde gozan de un reconocimiento y de buenos sueldos, pero que les están quemando, para empezar de nuevo desde cero (tiene su mérito). Y esperaron las reacciones.
Se encontraron con 1.000 solicitudes de ejecutivos de empresas corporativas, consultores, abogados, actores, atletas, músicos y doctores, todos entre los 42 y 67 años. Una miscelánea de profesionales que les sorprendió y cuyo interés había superado en creces sus expectativas. Ahora tocaba ver si los colegios estaban dispuestos a contratar a gente en torno a los 50 años y, tuvieron la suerte de comprobar que la mayoría de los directores de colegios eran conscientes del valor de su experiencia en cualquier materia y en su capacidad, como personas que han vivido mucho, para acompañar y guiar a los estudiantes en unos años claves condicionados por la incertidumbre, además del bagaje que aportan con sus contactos para conseguir prácticas fuera del colegio y del poder de la resiliencia, clave para no morir en el intento.
Su proyecto ha tenido tanta repercusión que varios productores les han ofrecido realizar un reality show, por el morbo de grabar a ex CEOs en situaciones fuera de su control. Y así es, en lo que va de año ha habido alguno al borde de un ataque de nervios y varias deserciones, pero también han tenido comentarios como el de este ejecutivo de telecomunicaciones: «Influir en la vida de los chicos, ayudarles a encontrar sus caminos, a desarrollar sus potenciales y a perseverar, independientemente de si entran en la universidad o no, está siendo un privilegio»; éste de un consultor: «Quiero dejar en este mundo algo mejor que accionistas y socios más ricos»; y de una realizadora de documentales: «He pasado la vida comentando los entresijos de la sociedad. Y ahora quiero ser parte de ella».
Lucy se encuentra asustada, más bien aterrada, sabe que la docencia no es tarea fácil y que el proyecto Now Teach no será un camino de rosas. Pero ha recuperado ese miedo y vértigo que la mantiene despierta, tiene la energía para dedicarse a ello y la certeza de saber que está ahora donde quiere estar.