Innegrit Volkhardt, mi vida es mi profesión

Innegrit Volkhardt es la cuarta generación que dirige el mítico Bayerischer Hof en Munich. El hotel, que había sido construido por el rey Ludwig I para hospedar a sus invitados, lo compró su bisabuelo Herrmann Volkhardt a finales del s.XIX, en plena Belle Époque, cuando el optimismo contagiaba el continente europeo y la burguesía empezaba a hacerse fuerte y estaba muy dispuesta a participar de los placeres mundanos, reservados hasta entonces a la aristocracia. Era la época dorada del concepto de Grand Hotel como lugar de encuentro y de divertimiento en las grandes ciudades europeas. Munich era una ciudad próspera y dinámica, y Herrmann Volkhardt, además de dedicarse al oficio de hacer pasteles era un gran relaciones públicas y conocía bien los gustos de la gente con dinero, cualidades que le sirvieron para llegar a convertir al Bayerischer Hof en el primer grand hotel de la ciudad.
La segunda generación sobrevivió a tiempos turbulentos. Vino la I Guerra Mundial, la Depresión y la II Guerra Mundial y el hotel quedó devastado. Al finalizar la guerra padre e hijo se volcaron en la tarea de su restauración que culminó en 1955. La tercera generación recuperó su antiguo esplendor convirtiéndolo en el lugar de encuentro de la high society en Munich, que enloquecía en las fiestas de disfraces que organizaban, pero, también en el centro de acogida para los eventos culturales y políticos internacionales de la época.
Innegrit Volkhardt se hizo con las riendas del hotel en 1992, con solo 26 años, y desde entonces vive para su trabajo. Venía de una dinastía de hoteleros y aunque parecía que su destino estaba escrito desde su nacimiento, su juventud la pasó en una granja entre caballos. No le interesaba gran cosa el hotel. Iba a ciertos acontecimientos por deber familiar. Pero cuando se vio en la necesidad de hacerse con el legado de su padre, se volcó en cuerpo y alma. Estaba preparada. Había estudiado gestión de negocios y conocía el funcionamiento de otros hoteles. Muy pronto toma la decisión de no tener hijos porque sabía que el hotel le absorbería todo su tiempo. Había vivido la ausencia de sus padres y no quería repetir la historia. Se sumerge de lleno en su primer puesto de trabajo al mando de un staff de más de 700 personas. Y lo hizo con la ayuda de un aliado importante: el privilegio de no preocuparse por lo que pudieran pensar de ella. Nunca ha tenido el sentimiento de estar en el punto de mira, sino que va haciendo lo que mejor considera.
Y lo ha ido haciendo a su manera. Su propósito ha sido renovar el hotel conservando el aura de su pasado. Y aunque es objeto de críticas por parte de los más reaccionarios, ha modernizado el hotel con mucho tiento, rodeándose de grandes arquitectos de interiores, como Axel Vervoordt y la fascinante Andrée Putman. El Bayerischer Hof sigue conservando su leyenda, y acoge, como de costumbre, dos acontecimientos monumentales: la Conferencia de Munich sobre Seguridad Internacional, que reúne a políticos de las altas esferas internacionales para debatir geoestrategias mundiales, y, desde hace 40 años, al festival de cine alemán Filmball. Pero entre las innovaciones importantes es su poderosa oferta cultural: Innegrit ha creado un espacio dedicado al teatro y una sala al cine; y siendo como es ella una amante del jazz, por su Night Club desfila lo mejor del panorama internacional de jazz, blues y música latina.
En cuanto a la oferta gastronómica, hay tres restaurantes interesantes: el Atelier con 2 estrellas Michelin, el Trader Vic’s con 45 años de historia a sus espaldas y el Blue Spa con unas vistas espectaculares. La variedad está servida.
La procesión de celebrities que ha pasado y que sigue pasando por sus salas no se agota: Dalái Lama, Elvis Presley, Grace Kelly, Michael Jackson, Romy Schneider, Sofia Loren, Arthur Miller, Jean Cocteau, Maria Callas, Leonard Berstein, Monsterrat Caballé, Ingrid Bergman, Liza Minelli, Anthony Quinn, Duke Ellington, Jack Nicholson, Hilary Clinton, Muhammad Ali, Jeff Koons, Los Beatles, Ella Fitzgerald …. y podríamos seguir y seguir … aquellas fiestas de los años 50… aquel derroche de glamour…, ¿dónde ha ido a parar? nos cuenta Innegrit que las fiestas siguen imprimiendo carácter al Bayerischer Hof, pero no se pueden comparar a aquellas de hace 50 años. En los 50, 60 y 70 Munich era una capital de entretenimiento europeo. No es comparable. Y ella, que no es una gran fan de grandes fiestas, recuerda perfectamente lo divertido que resultaba de pequeña ver el trajín que se traían sus padres vistiéndose para los bailes, cada día de forma diferente. Eran otros tiempos.
Acabo de darme cuenta de que esa foto mítica de 1977, de la fotógrafa Rose Hartman, en la que aparece Bianca Jagger en Studio 54, celebrando su cumpleaños a lomos de un caballo blanco, no fue una extravagancia nueva del momento, sino que ya se había visto en una fiesta del Bayerrischer Hof en los años 50 con Erika Volkhardt y Kirk Douglas.
Innegrit vive a 40 minutos del hotel junto al lago Starnberg, en una granja con su pareja, sus cuatro burros y dos gatos, lejos de los trajines de sus clientes y de su ejercito de empleados. Es una condición que le inculcó su abuelo, vivir fuera del hotel, para poder respirar y refrescarse. Colabora con un proyecto social local que se ocupa de ayudar a niños y jóvenes víctimas del paro. Para Innegrit es natural que si tienes dinero ayudes a los demás.
Cuando le pregunto por su lugar favorito donde escapar en vacaciones, me habla de una diminuta isla en el archipiélago de Las Maldivas, donde hay un resort de ensueño que se llama Soneva Fushires. Parece que le gusta volar lejos, muy lejos de su ciudad natal, para volver renovada.
Las fotos en esta galería pertenecen al libro Begegnungen, una edición de lujo que ha editado el hotel para celebrar su 175 años de historia.
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