La Antártida, el viaje iniciático de los hermanos Bardem
Este mes de octubre la Comisión del Océano Antártico, compuesta por 24 países y de la que España es miembro, se reúne para poner en marcha el Antarctic Ocean Sanctuary, un sistema de protección contra cualquier intento de injerencia industrial y comercial en las aguas del Océano Antártico. Javier y Carlos Bardem se unieron a Greenpeace, como embajadores de apoyo a su campaña, con el fin de ser testigos de primera mano del estado de fragilidad y deterioro en el que se encuentra La Antártida, y volver para contarlo. Los actores se embarcaron en enero de este año en el mítico Arctic Sunrise para adentrarse por sus aguas y pedir a su vuelta las firmas necesarias para presionar y conseguir su protección (ya cuentan con casi 2 millones de firmas).
El documental Santuario Antártico (Sanctuary) recoge este viaje iniciático de los dos hermanos a tierra de nadie. «Escuchar el silencio, el crujir del hielo y el soplido de las ballenas. Es una belleza que conmueve. Hay algo en este silencio y en esta inmensidad que llega directamente al alma y le hace a uno encontrarse consigo mismo (…) La Antártida es un ecosistema único, fundamental para el funcionamiento del planeta, y de una belleza extrema», comentan los Bardem a su vuelta.
Estas aguas son el hábitat de ballenas, orcas, focas y pingüinos. Su desprotección y los efectos del cambio climático están favoreciendo la introducción a sus anchas de una industria pesquera para extraer el preciado krill, un pequeño crustáceo con alto contenido en omega3 y poderosas propiedades antioxidantes, que supone la base de la vida en la Antártida. Es el principal alimento de ballenas, mantas y tiburones ballena. Y esto es solo el comienzo porque la presencia de los pesqueros levanta la veda para la incursión de otras industrias.
En 1959 se firmó el Tratado de la Antártida, el primer tratado para mantener el continente al margen de cualquier interés político o industrial y garantizar su conservación para la “paz y la ciencia”. Pero en los años ochenta, el interés por los minerales y el petróleo que se había descubierto bajo tierra comenzó a pesar más que cualquier intento romántico de protección. Fue entonces cuando un movimiento mundial impulsado por Greenpeace consiguió la creación del Parque Mundial de la Antártida, con el fin de detener a estas empresas. Entre 1987 y 1991, Greenpeace estableció la base World Park Base en el continente para pedir su protección de la actividad minera. Y lo consiguió: desde entonces las industrias extractivas están prohibidas en toda su masa terrestre.
La creación de un santuario antártico es el primer paso para lograr que también sus aguas estén protegidas, y de ello depende que Naciones Unidas apruebe finalmente el Tratado Internacional de Protección de los Océanos, por el que Greenpeace lleva más de 10 años luchando. Con sus firmas los Estados se comprometen a iniciar la elaboración de un tratado vinculante para la protección y uso sostenible de la biodiversidad en las aguas de nadie, aquellas que quedan fuera de la jurisdicción de cada país. Conseguir su protección supondrá, además, un precedente jurídico, para que a partir de entonces, se pueda proteger jurídicamente todos los océanos.
Si te interesa el tema, no dejes de echar un vistazo al documental Los recuerdos del hielo (2013) en el que la oceanógrafa y bióloga Josefina Castellví rememora su años de lucha porque España formase parte del Tratado de la Antárdida y la instalación, bajo su dirección, de la primera base española de investigación en el continente. En este post te lo contamos.
Impresiones de Javier Bardem en el viaje a la Antártida con Greenpeace, 2018.
LATE MOTIV – Carlos y Javier Bardem. Santuario Antártico (Sanctuary), 2018.
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