Muchos somos los que hemos cumplido los 50 (increíble, pero así es) y tanto nosotros como los que vienen detrás damos por hecho que superaremos esa edad con creces y aspiramos a hacerlo lo mejor posible. A todos nos incumbe el cumplir cada vez más años. Estamos ante uno de los mayores desafíos del s.XXI, el estiramiento de la vida, que afecta de forma transversal a lo personal y a todos los ámbitos socioeconómicos. Ante esta perspectiva inédita, la compañía aseguradora Mapfre y la Universidad de Deusto se han unido para investigar y poner en conjunto información sobre una nueva sociedad determinada por la revolución de la longevidad, y el resultado aparece recopilado en el libro «La revolución de las canas». 

La presentación tuvo lugar hace unos días en Abante Asesores. El  asunto de la longevidad les interesa como entidad financiera, porque a más vida, mayor necesidad de ahorro e inversión para poder seguir asegurando nuestro bienestar, salud, desarrollo y capacidad de disfrute. Y esto compete a las personas que se han jubilado, a nuestra generación y, desde luego, a los más jóvenes, que tendrán que cambiar el chip e ir generando su hucha particular desde sus primeros años laborales. Hay que pensar ya a largo plazo. Algo que a nosotros a su edad ni se nos pasaba por la cabeza. Los ponentes fueron los autores del libro, Antonio Huertas, presidente de Mapfre, e Iñaki Ortega, director de Deusto Business School y pionero en el estudio de las generaciones en la economía.

La revolución demográfica en los países más desarrollados es tal que se ha transformado el gráfico piramidal, que la venía definiendo desde el principio de los tiempos y que llegó a su culmen el siglo pasado con una explosión demográfica, para cobrar una nueva forma de pera: base que mengua (por la falta de natalidad) y cúspide más ancha (por la mayor esperanza de vida, que empieza a contemplarse en los 120 años).

La edad de partida de la generación de «las canas» son los 55 años y, en España, «eso significa, cuenta Iñaki Ortega, gente con buena salud, con muchos logros a sus espaldas, y que detentan el 70% de la renta y el 50% del consumo del país, pero, sin embargo, no se les ve en las campañas publicitarias (ya se empiezan a ver), y se les sigue identificando como personas retiradas, que no aportan y que incluso ponen en riesgo el sistema de bienestar social, habiendo sido ellos quienes lo han construido». A raíz de estas evidencias ambos autores decidieron poner en conjunto la información que manejaban para darle la vuelta a nuestro imaginario cultural, que ha estereotipado el hacerse mayor tan negativamente desde que el mercado descubrió el santo grial en la potenciación de la juventud, para poner el foco en las virtudes de este grupo social y en las grandes oportunidades económicas para los países que sepan verlo.

La revolución de las canas. Ageingnomics o las oportunidades de una economía del envejecimiento hace hincapié en la necesidad de reestructurar la economía para crear un equilibrio entre la nueva demanda y la oferta, pone en cuestión la edad de la jubilación, el desperdicio del potencial económico de trabajadores a partir de 55 años que no se contratan y que repercute en el drama personal de los que se apartan de su carrera profesional y también en la falta de gasto en la economía por tener a esta gente sin trabajar, además de en la falta de trabajadores para cubrir el gasto público con el que abordar las realidades futuras. Plantean la necesidad de nuevos sistemas impositivos y la oportunidad de nuevos nichos económicos (emprendimiento, ocio, salud, viviendas, urbanismo, educación, automoción, …), toda una nueva industria muy prometedora que no está explorada y que exige readaptación, prevención, sostenibilidad e innovación tecnológica. Nos encontramos en una disyuntiva y la sociedad en su conjunto tiene que decidir el camino por el que tirar: o bien continuar donde estamos y hacer de la longevidad un problema e ir resolviendo sus inconvenientes a golpetazos, o bien centrarnos en su potencial e ir allanando el camino. La evolución social depende de la interacción entre las generaciones, y si nos dormimos en los laureles otras economías de fuera se encargarán de hacer el trabajo por nosotros y se llevarán el pastel.

El presidente de Abante, Santiago Satrústegui, acaba la charla con una cita del filósofo Jose Antonio Marina: «Para sobrevivir, las personas, las empresas y las instituciones deben de aprender al menos a la misma velocidad con la que cambia el entorno y, además, si quieren progresar deben de hacerlo a más velocidad que el propio entorno».

Esto cuentan…

 

Antonio Huertas, presidente de Mapfre, e Iñaki Ortega, director de Deusto Business School, hablan con Santiago Satrústegui, presidente de Abante, de su última obra: «La revolución de las canas», mayo 2019.

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