El poder estético de The New York Times Magazine

Recuerdo una exposición que hubo hace unos años en el Palau Robert de Barcelona sobre el diario The New York Times. En las paredes de las salas se exponía una selección de sus páginas que, expuestas en serie a modo de cintas de celuloide, parecía aquello un festín excitante de tipografías, imágenes, ilustraciones y formatos. Qué irresistible puede resultar un contenido cuando se le viste de ingenio y belleza.
Es una forma de entender el valor del papel, frente a los que auguran su desaparición. La prensa se encuentra flotando en un limbo transitorio entre lo físico y lo digital, como si una cosa tuviera que sustituir necesariamente a la anterior. Llevamos años sumidos en una incertidumbre sobre qué pasará, cómo se resolverá la cuestión, pero la cuestión parece que no se resuelve. Y mientras los quioscos cierran, las editoriales languidecen y la publicidad titubea sobre el formato por el que apostar, si papel o digital, las webs, creadas para ordenadores, ipads y móviles, no han tenido tiempo de afianzarse, y están cediendo el paso ya a los formatos de las RRSS desplegadas en los smartphones. Las pequeñas pantallas de nuestros teléfonos se han convertido en el santo grial y los visionarios auguran que los medios tendrán que transformar sus formatos, contenidos y tiempos para adaptarse a las exigencias de sus diminutas pantallas si quieren seguir existiendo.
Parece que el caso es transformarse a golpes de efecto, moverse a toda máquina hacia la siguiente novedad, para ir conformando un paisaje de burbujas flotantes, sin conseguir que lo nuevo logre un estado de madurez. Y me pregunto, qué tiene que ver una cosa con otra. ¿Por qué contenidos y formatos tan diferentes han de excluirse?. ¿Por qué tienen que desaparecer revistas que son un regalo a los sentidos y a nuestro espíritu? Se dice que las nuevas generaciones no leen (desde luego si nos empeñamos en que no lo hagan, no lo harán) y que el papel les resulta un extraño, se dice que solo quedarán unas pocas, las elegidas, y que se venderán en puntos concretos o por suscripción. Se convertirán en objetos de deseo elitistas.
Y una de las elegidas, sin titubeos que valgan, tendrá que ser el semanal The New York Times Magazine (cuyo primer ejemplar apareció en los quioscos en 1896). Aquí dejo una grabación de su actual Directora de Diseño, Gail Bichler, donde explica cómo su equipo consigue comunicar el contenido de la revista añadiéndole el valor visual que hace de ella una de las más atractivas y redondas que hay actualmente en el mercado. Su labor es atrapar la atención del lector a golpe de vista, que luego consiga enfrascarse en la lectura es ya tarea del periodista.
Bichler ama el papel y el efecto relajante que produce coger con las manos una revista y hojearla durante un rato. Su objetivo es crear un diseño tan bello y sorprendente que no quieras deshacerte de la revista, que la guardes y colecciones. Ahí reside el poder de las cosas bien hechas, que uno quiera conservarlas. Y esa es una de las ventajas del papel, poder hacerlo si interesa. Una web también entra por los ojos, el diseño de sus páginas es la gran antesala de su contenido, pero la sensación es otro mundo, no se puede tocar, no se puede oler, el campo de visón es más limitado, y no se queda a la vista encima de la mesa, para cogerla cuantas veces nos plazca. Su formato tiene un carácter más huidizo. Es otra cosa.
La fórmula de su éxito, dice en la película, es el combinado perfecto de trabajo en equipo, talento y riesgo. Experimentan con el arte conceptual para buscar la mejor forma de transmitir un contenido que en sí es difícil de visualizar. El riesgo está garantizado y el deseo de gustar a todo el mundo es una utopía, pero como dice Gail Bichler en una entrevista para la revista especializada en diseñadores The Great Discontent, «lo bueno de trabajar en un semanal, es que si no te gusta ese número, hay otro diferente la semana siguiente. Nos podemos permitir arriesgar porque realizamos 52 números al año».
La entrevista forma parte de una serie de seis películas muy inspiradores sobre diseño, Design Matters, coproducidas por la revista de arte contemporáneo frieze en colaboración con la marca danesa especializada en el diseño de productos audiovisuales Bang & Olufsen.
La revista frieze la fundaron en 1991 Amanda Sharp, Matthew Slotover y el artista Tom Gidley. Y de sus páginas nació, en 2003, la Frieze Art Fair, uno de los lugares más interesantes del mundo para ver arte contemporáneo. Es un centro de reunión que concentra a los artistas y galeristas internacionales más reconocidos del momento, una bacanal donde se dan cita cada año en Londres (el mes de octubre) y Nueva York (del 1 al 5 de mayo), creaciones y proyectos artísticos, artistas consagrados y otros emergentes, a quienes la feria les sirve de pista de despegue a los cielos, comisarios, casas de subastas, dealers y coleccionistas. En 2008 su creadores Sharp y Slotover introdujeron los Frieze Talks, conferencias magistrales y conversaciones para generar debate sobre el estado del arte contemporáneo. Y en 2011 extendieron su marca con Frieze Masters, una apuesta por las galerías especializadas desde el arte antiguo, pasando por los Maestros europeos del Renacimiento hasta el siglo XX. El año que viene se inaugura Frieze LA, en Los Angeles.
Communication: Gail Bichler, entrevista para Design Matters, coproducida por la revista de arte contemporáneo frieze en colaboración Bang & Olufsen.
En esta conferencia de 2016, organizada por la plataforma dedicada al diseño contemporáneo It´s Nice That, Bichler hace un repaso muy interesante sobre el proceso de creación de sus portadas más emblemáticas.
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