María Pía Sánchez dejó un buen día del 2012 su puesto de directora de banca para irse al campo y dedicarse a ser ganadera. El salto lo dio con 50 años. Y cuenta que haber dado un giro tan drástico a su carrera, después de 26 años en banca, ha sido una de las decisiones más acertadas que ha tomado en la vida. Además de atender a su rebaño de ovejas, se ocupa de la preservación del entorno, es Presidenta de la Plataforma Nacional por la Ganadería Extensiva y el Pastoralismo y cofundadora y Presidenta de la Federación Española de la Dehesa FEDEHESA, en la que está trabajando para conseguir que la Dehesa sea catalogada como Patrimonio de la Humanidad y para que tenga una ley propia para el año que viene. Y antes de todo esto, mientras su vida seguía el curso del mundo empresarial y directivo, se aventuró en el terreno resbaladizo de la política, fue diputada del Partido Popular en el Congreso durante una legislatura. Tuvo sus encuentros y desencuentros, y estos últimos le han llevado a apartarse de ella, «una maravillosa experiencia en mi juventud pero decepcionante en mi madurez».
Ha sido una de las 14 mujeres referentes invitadas por el proyecto Generación 81, para formar parte de la exposición «Protagonistas del Año» sobre talento sin género, organizada por el Banco Santander. Allí la descubrí. Y el haberse embarcado a los 50 en un cambio tan brutal, que afecta además de a la carrera profesional, a la forma de vida, me parece tan motivador que le hemos hecho unas preguntas y esto nos ha contado:
- ¿Cómo surgió la idea de dejar la banca para pasarte a la ganadería? ¿Lo pensaste mucho?
«Era una idea que me ha perseguido toda la vida. Mi infancia transcurrió en una Dehesa de mi familia, en Badajoz, sin luz eléctrica y sin agua corriente. Fue una infancia increíblemente feliz llena de sensaciones y esos recuerdos estaban siempre ahí. En el fondo se cumplió la máxima «cuidado con lo que deseas porque podrías conseguirlo«. Creo que en la vida las cosas ocurren en su momento justo, y hay que estar atenta a saber cuándo ha llegado ese momento. El mío llegó cuando la entidad en la que trabajaba fue absorbida por la Caixa y ofrecieron salidas a todo el personal. Pero desde luego fue una decisión difícil aunque en un momento dado no tienes más remedio que saltar.
- ¿Qué ha supuesto este cambio tan radical en tu vida?
«Ha supuesto muchas cosas: en primer lugar tomar las riendas de mi vida y de mi tiempo. Ahora yo decido mis jornadas de trabajo, mis fuentes de ingresos, y mis proyectos . No me manda nadie, trabajo para mi y para aquello en lo que creo y que me hace feliz. Es una cambio sustancial porque en la Banca la jerarquía es muy fuerte y te debes a tus superiores y a tus clientes. La presión era muy fuerte, y más si ocupas un puesto directivo. Así que el cambio en este sentido ha sido abismal.»
- ¿Qué siente una trabajando en contacto con la naturaleza?
«La naturaleza me llamaba continuamente como al personaje de María en “Sonrisas y Lágrimas”. No hay para mí ninguna fuente de mayor satisfacción que la naturaleza. Las sensaciones que me produce el campo, los bosques y, en mi caso, la Dehesa son indescriptibles, la luz, los sonidos, los olores, los animales, la vida sencilla… en ella encuentro la esencia del ser humano y la felicidad.»
- ¿Pensaste en algún momento que era tarde para un cambio tan radical o ni se te pasó por la cabeza?
«Al contrario, el hecho de que me cogiese ya recién cumplidos los 50 me dio fuerzas. Pensé ahora o nunca. Quería disfrutar de los años que me quedaran de vida haciendo lo que siempre soñé.»
- ¿Cómo te organizas en el día a día?
«Mis jornadas son muy diversas. Me gusta mucho madrugar, tengo que dividirme entre el trabajo de campo, la gestión de la finca, la ejecución de los proyectos que tengo en marcha con la Federación Española de la Dehesa que me lleva mucho tiempo, y mi familia numerosa.»
- ¿Cómo te da tiempo a tanto y con una familia de 4 hijos?
«Fundamentalmente porque me organizo. Aún así es muy complicado. He aprendido a no agobiarme. Hago todo lo que puedo y estiro los días, pero si no llego no me agobio.»
- ¿Físicamente lo llevas bien?
«Para ser sincera, es en lo que más noto la edad. Antes tenía mucha fuerza física y podía con casi todo. Ahora ya no y en el campo las cosas están pensadas para los hombres. Todo pesa demasiado… Deberíamos darle una vuelta a eso.»
- ¿Tienes algún socio con quien compartir el trabajo o sigue siendo cosa de 365 días al año? ¿Qué ha cambiado en trabajo en el campo con respeto a la generación de tus padres?
«Tengo ayuda por supuesto, yo sola no sería capaz de llevarlo todo. El trabajo del campo requiere mucho sacrificio, y mucha gestión. Pero la diversificación es fundamental porque la ganadería extensiva no es rentable hoy por hoy en España. Yo tengo varias fuentes de ingresos para poder sobrevivir. La clave está en analizar las verdaderas necesidades que tenemos y cuando una las analiza detenidamente se da cuenta… de lo poco que se necesita para ser feliz!!! Pero también es verdad que se han perdido demasiadas cosas. Cuando yo vivía en el campo de pequeña, la vida era completamente distinta. La falta de luz eléctrica lo condicionaba toda: las jornadas de trabajo, las relaciones entre las personas, la familia.»
- ¿Cómo se aprende a ser ganadera?
«Me he pasado cientos de horas estudiando todo lo que caía en mis manos sobre ovino, manejo, enfermedades, he aprendido a poner inyecciones, a curar,… Y pertenezco al mejor grupo de ganadería que es Ganaderas en Red (GER), una escuela de aprendizaje maravillosa en la que compartimos experiencias, saberes, y emociones. Cuando una quiere aprender, y más en este tiempo en el que el conocimiento está al alcance de todos, aprende.»
«Ganaderas en Red está integrado por mujeres de procedencias y de formaciones muy diferentes y de muy distintas edades. No he encontrado un grupo de mujeres más preparadas y con más visión global de las cosas como este colectivo. Hay un denominador común en todas ellas: el espíritu. Nos sentimos mujeres libres e iguales, comprometidas y solidarias. Es una experiencia fantástica. Tenemos un encuentro anual donde se aprende muchísimo y se vive muy intensamente. Proyectamos muchas cosas y también las ejecutamos. GER no hubiese sido posible sin las nuevas tecnologías que nos ponen en contacto a personas que jamás nos hubiésemos conocido de otro modo.»
Internet y las redes sociales han supuesto grandes cambios en las vidas de las personas que viven fuera de la ciudad. En este caso ha conseguido reunir y unir a un colectivo de mujeres ganaderas y pastoras por toda España con un propósito común: reivindicar su labor en el campo y la ganadería extensiva (ganado que se cría en el campo aprovechando los recursos naturales y fomentando razas autóctonas), además de ayudarse procurándose información, aconsejarse entre sí, motivarse y, fundamental, hacerse compañía. Es una red de apoyo mutuo que les da visibilidad, cambia el imaginario colectivo de la ganadería asociada a los hombres, les mantiene unidas y mantiene viva la vida rural. Para comunicarse usan la aplicación Slack, similar al WhatsApp, pero que les permite además tener la información compartimentada: temas burocráticos, veterinarios, información sobre talleres y cursos, comercialización y conversaciones cotidianas. Están claramente muy organizadas. Y están preparando una plataforma digital enfocada a canalizar la actividad de estas pastoras o favorecer la salida al mercado a través de la venta directa, los canales de comercialización o la conexión con otros sectores.
- ¿Recibís subvenciones de la UE y de las instituciones españolas?
«No ninguna, ni las queremos. Así mantenemos nuestra independencia. Además no tenemos personalidad jurídica. Lo hemos decidido así unánimemente.»
- ¿Cuántas mujeres hay en España dedicadas a la ganadería extensiva?
«Muy pocas visibles, muchas más invisibles. La mujer en el campo ha estado siempre en segundo plano. Se consideraba un mundo masculino y nosotras no existíamos. Pero la realidad era que la mujer daba sentido a la vida en el campo. Mis recuerdos de niña son rodeada de mujeres. Mujeres faenando en la casa y en el campo. Teníamos a Matilde que empezó a trabajar con 12 años y de la que mi padre decía que trabaja como 10 hombres juntos. Recuerdo a las mujeres cantando, cuidando de todo, de los animales, de los hombres, de los niños, de la casa, de la comida, contando historias a la luz del hogar, cantando canciones, lavando en el río, acarreando pienso, sacando agua del pozo. Casi solo recuerdo mujeres…»
- ¿Es frecuente el caso de reconversión profesional como tu caso o eres una excepción?
«Hay dos grupos: las mujeres de mi edad, la mayoría de las cuales llevan toda la vida en esto y las jóvenes (con excepciones como la mía) que han dejado el mundo urbano y han tomado este camino. La mayoría vienen de trabajar en las ciudades, son graduadas universitarias o con formación media, pero quieren ser libres y dueñas de sus vidas trabajando con animales y en la naturaleza. La mayoría toma esta determinación más jóvenes, a mi edad es más raro que las personas rompan con el pasado de forma tan radical.» Pero María Pía lo ha hecho y siete años después está feliz. Algo tendrá el cambio y el campo…
Siempre me ha emocionado su valentía. Nadie sabrá nunca el esfuerzo que supone esa vida, por lo que roba, pero también por lo que da.
Mucha suerte y mucha fuerza.
Gracias por tu comentario Beatriz.