Es maravilloso dar con una persona enamorada de su trabajo. Constanza nos cautivó desde el primer momento con su devoción por los caballos. Le entusiasma poder trabajar y comunicarse con ellos, para ayudar a todo tipo de personas a superar sus problemas o, simplemente, facilitarles una experiencia maravillosa de contacto pleno con una energía animal que tenemos demasiado abandonada. Instinto vital, capacidad de superación, disfrute del momento: esto es lo que nosotras llamamos inspiración…

Ana Nance es fotógrafa. Trabaja, nos cuenta, reflejando la humanidad, viajando y contando historias. La fotografía le infiere el poder de abrir la mente, de ver la cosas bajo prismas nuevos. Le hace pensar y expandirse. Su padre le regaló su primera cámara y ya no la soltó. Se propuso hacer de la fotografía su carrera y emigró a Nueva York donde sabía que tendría más oportunidades, y tocando puertas lo consiguió. Nos recibió en su casa, acompañada de su cámara y rodeada de libros de fotografía y diarios de sus viajes, para contarnos su propia historia.

Alice se tiró sola a la piscina hace siete años y creó una agencia de viajes que rompió por entonces los esquemas de un sector turístico muy tradicional. Fue precisamente un viaje como cooperante que le impulsó a dejar el camino de economista para crear su propia empresa.

De pequeña sentía que el corazón se le agitaba cuando tocaba estudiar biología. Así que siguió su instinto y optó por dedicar su carrera a la medicina. La fue ejerciendo siguiendo el manual de estilo establecido, hasta que le tocó verse así misma como paciente. Desde entonces está volcada en frenar una enfermedad cada vez más común provocada por nuestra exposición permanente a productos tóxicos. Inculcar la necesidad de llevar una vida sana se ha convertido en su caballo de batalla.

Al finalizar la entrevista, María José se levantó sin decir nada, se acercó a la ventana y mirando a través, ensimismada, arrancó con una serie de entonaciones que nos estremecieron. Estaba preparándose para ofrecernos su versión de Morucha de Juan Quintero, que le cantaba su madre de pequeña.