Paula Kahumbu: Quiero que los africanos se reenganchen a la vida salvaje
Pongámoslo en cifras, en África mueren casi 100 elefantes al día víctimas de la comercialización del marfil, uno cada 15 minutos. En los últimos cinco años, Tanzania ha perdido 76% de su población, el Congo 90%, Sudán 95%. En otros países no queda rastro de ninguno. Su principal mercado se encuentra en Asia: Japón, China, Tailandia y Filipinas. Se calcula que el mercado negro del marfil mueve al año 20 billiones. Si no queremos ver reducido este animal a una visita al zoo, hay que actuar.
La bióloga y conservacionista keniata Paula Kahumbu se ha propuesto una misión en la vida: frenar la exterminación de la especie animal de mayor envergadura del mundo: los elefantes. Y lo está haciendo como directora ejecutiva de WildlifeDirect, una ong que se fundó en 2004 como plataforma digital para dar voz a los conservacionistas africanos y que se ha redirigido hacia la protección de los elefantes en particular. Su hoja de ruta es muy clara: concienciación de la población a nivel local y global, y el apoyo de las empresas y del gobierno en la adopción de medidas de acción legales y efectivas contra el contrabando de marfil. Paula desde que está al frente ha logrado convertir la crisis de los elefantes en un asunto nacional. Su campo de acción se desarrolla en Kenia, pero su objetivo es expandirse a otros países africanos donde también se está acabando con el elefante, y a Asia.
Lleva 26 años de su carrera dedicada a la conservación de la fauna salvaje. Se le han concedido varios premios por su labor y logros, entre ellos, el National Geographic/Buffett Awards for Leadership in Conservation in África, el Whitley Award , que se ocupa de respaldar económicamente proyectos de «héroes medioambientales» dedicados a la conservación de la fauna y de las comunidades locales por el mundo, el título de Order of the Grand Warrior (OGW) del estado de Kenia y ha sido reconocida Persona del Año por las Naciones Unidas.
En una conferencia que impartió este año en Davos, se presentó como una africana, nacida en un continente al que los medios occidentales relacionan con epidemias, hambre, pobreza, sequía, guerras, explotación y emigración; y, que sin embargo, a la vez se vende como destino turístico de lujo.
La fauna salvaje de África es uno de los mayores potenciales del continente y no pueden permitirse destrozar su ecosistema, no solo por razones obvias de preservación de la especie y del planeta, sino porque el mundo de los safaris supone uno de sus mayores activos económicos. Millones de turistas visitan cada año África para poder ver animales en estado puro, salvajes. Es de las pocas regiones del planeta que preserva su megafauna porque la historia de sus habitantes ha estado siempre íntimamente ligada a los animales, los lazos de unión se han preservado en su ADN. Pero el desarrollo económico, con sus consecuentes migraciones a las ciudades, está acabando con este vínculo. De hecho, no se puede entrar a capricho en los Parques Nacionales. Su tierra ha sido acotada drásticamente y la conexión se ha roto. Las ciudades, cada vez más grandes, consumen la madera y el agua de las zonas rurales y el crecimiento de las barriadas periféricas están desprovistas de cualquier indicio de naturaleza. Están creciendo las nuevas generaciones de africanos desvinculados de la madre tierra. Paula Kahumbu ve en esta desconexión uno de las causas que favorecen la destrucción de su fauna y recuperarla se ha convertido en uno de sus principales campos de acción.
En 1989 la caza furtiva de elefantes era tan preocupante que el gobierno llevó a cabo una acción sorprendente: prendió fuego públicamente a toneladas de colmillos incautados valorados en millones de dólares. Fue una acción en busca de impacto internacional. Y lo consiguió. Se hicieron públicas las consecuencias devastadoras del tráfico de marfil. Se cerró el comercio y la población de elefantes volvió a seguir su cauce natural. Pero unos años después, se volvió a abrir la veda internacional al comercio de marfil y la matanza de elefantes volvió a campar a sus anchas.
En 2013, a la vista del genocidio que se estaba practicando, Paula Kahumbu lanza la campaña de carácter civil Hands Off Our Elephants, que logró contar con el apoyo de los medios, del gobierno y de ciertas empresas. La campaña se ocupó de recopilar y digitalizar información sobre cada uno de los elefantes muertos a manos de furtivos y sobre cada uno de los juicios que se estaban llevando a cabo en lo que concierne a su fauna salvaje.
Pero lo más importante es que la campaña logró contar con la implicación de la sociedad, tanto de la población joven urbana como de las comunidades rurales. Y siguen adelante. Se han propuesto reenganchar a la nuevas generaciones con la naturaleza, para despertar una concienciación y garantizar el futuro de su fauna. Llamaron a las puertas de la BBC, de National Geographic y del canal Disneynature para pedirles que les cediesen los derechos de sus documentales realizados sobre la fauna africana para distribuirlos gratuitamente en su país. «Porque todos esos documentales maravillosos con los que habéis crecido, afirma Paula en Davos, nunca se han visto en África. No se hacían para África, se hacían para audiencias occidentales».
Y pusieron en marcha su propia productora para recopilar y grabar sus historias y mostrarlas a todo el mundo a través de internet. Todas sus acciones las retransmiten en su canal de youtube Hands Off Our Elephants y en NTV Wild, un programa de tv sobre la vida salvaje en Kenia que se retransmite, desde 2016, en horas de máxima audiencia.
Han registrado en audio y en vídeo el acervo cultural de las comunidades rurales para conectar a los niños que han nacido en zonas urbanas con las historias de sus antepasados íntimamente ligadas a la naturaleza. Han conseguido que la población se movilice, son los propios chicos los que graben a través del smartphone las historias de sus mayores y las suyas propias, para conseguir crear el mayor archivo digital de historias africanas. Y son los jóvenes los que se manifiestan en Nairobi y ejercen de voluntarios.
Documentan también el trabajo y las historias de los que están en primera línea en la lucha contra la caza del elefante, sus héroes locales: rangers, investigadores y comunidades. «Cuando comenzamos a retransmitir los documentales pasó algo inesperado y excepcional, cuenta Paula, conseguimos una audiencia de 5 millones de espectadores locales y en sólo dos años tuvimos una demanda de voluntarios de un 40% de la población». Lo habían logrado. La preservación de los elefantes había pasado a ser un asunto de todos.
Y graban las convocatorias populares que organizan, las conferencias que imparte Paula dentro y fuera de sus fronteras, y las campañas de creación de estrategias de desarrollo económico y de educación en las escuelas en las comunidades locales que viven en zonas de elefantes, para, entre otras cosas, contar con unos futuros líderes del país comprometidos con su ecosistema.
Para el lanzamiento de la campaña Hands Off Our Elephants, Paula Kahumbu pidió apoyo gubernamental, y como Karen Brixen hizo en sus tiempos postrándose a los pies del nuevo gobernador para pedirle ayuda en favor de los pueblos nativos de Kenia, y fue su mujer la que se lo garantizó, Paula se dirigió directamente a la mujer del presidente Margaret Gakuo Kenyatta, y a la Ministra de Medio Ambiente Judy Wakhungu para conseguir la voluntad política que hace falta. Y lo obtuvo. La primera dama de Kenia presta su apoyo como embajadora del proyecto y, además el gobierno procura un ejército de élite de vigilancia en la sabana, aeropuerto, puerto y fronteras, y, por primera vez, las leyes penales se han aplicado contra el tráfico de marfil. Gracias al esfuerzo de su campaña es la primera vez que se concluye un juicio debidamente y se encarcela a los traficantes.
Fuera de sus fronteras lleva a cabo una labor diplomática sin descanso para pedir apoyo internacional de gobiernos, patrocinadores y medios de comunicación, y disuadir a los mercados asiáticos del comercio con marfil.
Y mientras escribo sobre Paula me entero de que el geógrafo e investigador estadounidense Esmond Bradley Martin, uno de los mayores especialistas del mundo en contrabando de marfil y cuerno de rinoceronte, y enviado especial de la ONU para la conservación del rinoceronte, fue asesinado hace apenas un mes en su casa de Nairobi. Acababa de regresar de un viaje a Myanmar—antigua Birmania— y estaba a punto de publicar un nuevo informe.
Escucho en el telediario que ha muerto en Kenia «Sudán» el último rinoceronte blanco norteño que quedaba en el mundo. Ha muerto de viejo. Quedan solo dos hembras de la subespecie. La única esperanza ante su extinción pasa por la reproducción asistida in vitro. Una extinción debida a la caza furtiva: sus cuernos se vendían a 50.000 dólares el kilo. Por otro lado, me llega la newsletter de la ONG WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) en la que dice los siguiente: «Desde finales de 2017 estamos viviendo un aumento de los países que se suman a la prohibición del comercio de productos hechos con marfil en sus respectivos territorios: Estados Unidos, Inglaterra, China, Hong Kong y Taiwán han prohibido, o lo van a hacer, el comercio de estos objetos dentro de sus fronteras.» Una de cal y una de arena.
«No sabía que los elefantes lloraran en duelo por sus muertos, tal como hacemos las personas. Vuelven a las tumbas de sus seres queridos y muestran dolor, como nosotros», cuenta la fotógrafa Kirsten Alana, autora de las fotografías que acompañan este post. Las realizó el año pasado durante un viaje a Kenia, invitada por la crema de licor sudafricana Amaraula para cubrir la campaña #DontLetThemDisappear, que lanzó en apoyo de Wildlife y de Paula Kahumbu en su lucha por salvar al elefante africano. Las fotos, que nos ha cedido, han sido tomadas en el Amboseli National Park, 2017. Aquí puedes ver la sesión completa.
La fotógrafa de viajes Kirsten Alana graba a Paula Kahumbu en una de sus expediciones al sur del país en el Amboseli National Park, como parte de la campaña de Amaraula, #DontLetThemDisappear, 2017.
Conferencia de Paula Kahumbu en Davos: La desaparición de los elefantes podría ser cuestión de unos años, 2018.
Mbirikani Women Project: talleres de aprendizaje impartidos a las mujeres masais que conviven en zonas de elefantes, para la comercialización de productos que les permitan buscar alternativas sostenibles para ganarse la vida, 2014.
Marcha global (The Global March) de la juventud en las ciudades de los cinco continentes en favor de la preservación de elefantes, rinocerontes y leones, 2017.
Gracias for including my photos and video from my time with Paula in Kenya. It was truly moving.