Cansados, así nos sentimos muchos de nosotros a diario. Es un tema recurrente en el trabajo y en nuestro ámbito personal. El consuelo es que parece ser que es algo común: el 73% de los españoles declara, según un estudio realizado por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), sentir con frecuencia “falta de vitalidad”: más de la mitad lo achaca a la mala calidad del sueño, el 47% al trabajo y el 38,5% a la falta de ejercicio. El documental «Kómoda, la vida sin energía» analiza sus causas y propone soluciones.
Es tan grande el cansancio que nos hace incluso ir encorvados. No hay una razón que nos haga entender por qué, simplemente nos sentimos falta de energía, como si una aspiradora hubiese absorbido nuestra vitalidad. Estoy convencida de que mucha culpa la tiene las condiciones en las que trabajamos, los edificios en sí: falta de ventilación, luz artificial, una pantalla bien hermosa delante de nuestros ojos permanentemente, el sedentarismo y la alimentación que llevamos al trabajo (lo digo por lo que veo a mi alrededor: tupers con comidas que hacemos a toda velocidad recalentadas en microondas, comidas prefabricadas para los que no han tenido el valor de cocinar el día anterior; y quienes comen primero y segundo a mesa puesta de menú, entonces mucha grasa y mucha sal). Otro factor laboral que entra en juego es el hastío y la apatía de quien vive su trabajo como algo rutinario sin motivaciones internas o externas, sin proyecciones. Me impresiona mucho la cantidad de veces que oigo en el ascensor y en los pasillos coletillas como: «es lo que hay y toquemos madera» (pura resignación) o bien aquella que pretende erradicar de un plumazo los cinco días laborables de la semana para vivir en un permanente fin de semana: «bueno ya es jueves, la semana está salvada» o «¿qué tal? pues de lunes…» o aquella que sirve de saludo cuando coges una llamada de teléfono en el trabajo: ¿Cómo estás, con mucho lío?», como si hubiera que tener lío constantemente, da hasta apuro decir que no. Y esas cantinelas día tras día, año tras año…
En España dormimos de media una hora menos que en el resto de Europa (y yo diría que menos). Según un estudio realizado por SEMERGEN, el 73% de los españoles declara sentir con frecuencia “falta de vitalidad”: más de la mitad lo achaca a la mala calidad y a la falta del sueño (dormir menos de seis horas al día aumenta en un 34% el riesgo cardiovascular, según un nuevo estudio del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC)), el 47% se debe al trabajo y el 38,5% a la falta de ejercicio. Son datos en los que se apoya el documental Kómoda, la vida sin energía, estrenado en mayo, dirigido por Douglas Belisario y puesto en marcha por la consultora Torres y Carrera y la Productora Milana Bonita, que explora las causas que provocan la fatiga social para sentar las bases de posibles soluciones en ámbitos como el trabajo, el ocio, la alimentación, el sexo, el uso y abuso que hacemos de la tecnología y esa nueva forma de vernos como un capital, en constante reactualización no vaya a ser quedemos fuera del sistema. Es una llamada a la reflexión para ser conscientes de las causas y aprender a vivir de una manera más saludable adoptando prácticas cotidianas que nos mantengan fuera de nuestra zona de confort. ¿Por qué tanto estrés, tanta competencia, tanta velocidad, tanta inmediatez, tanto ruido y tan poco tiempo para nosotros mismos en silencio? El 42% de los españoles sienten estrés con frecuencia, según un estudio de Cinfasalud y, según la Organización Mundial de la Salud, España es el cuarto país de Europa con más casos de depresión. Y uno de los países europeos que más ansiolíticos y somníferos consume, según la Agencia Española del Medicamento. Hay que tomárselo en serio.
La película, que se puede ver en cualquiera de estos canales, busca soluciones individuales y sociales, en la que participen, además de cada uno de nosotros en lo que nos atañe, los agentes empresariales para asegurar la eficiencia de su plantilla e institucionales para controlar el gasto público en sanidad. Aborda las causas que provocan la fatiga social desde varios puntos de vista: el trabajo, la alimentación, el sedentarismo, el sexo y la brecha de género que, según sus creadores, también se abre en este ámbito, entre otros aspectos, porque quien suele llevar el peso del hogar y de la familia son en su mayoría mujeres (ya lo vemos y las estadísticas lo corroboran: 2 horas y cuarto más dedicadas al hogar cada día). Yo estoy rodeada de compañeras choferesas de sus hijos: recogidas de colegios, actividades extra escolares, actividades escolares, médicos, fiestas de cumpleaños…, en su mayoría mujeres, que no todas.
La prevención de la salud mental es uno de los mayores retos sociales. Hace poco leí una entrevista a Mercedes Milá en la que hablaba acerca de la depresión por la que ha pasado y contaba cómo le vino «por no parar cuando el cuerpo te lo pide. Hasta que te para él y te deja en un rincón. Si no me hubiera pasado de falta de sueño, de horas de trabajo, si no me hubiera estresado de mala manera, no la habría tenido. Y quien se reconozca en lo que digo, que pare. La factura a pagar es de tal calibre que no merece la pena». Y por ese camino andaba también quien fue presidenta y directora de El Huffington Post, Arianne Huffington. Cuenta en un artículo sobre el éxito para el EPS el precio que tuvo que pagar por embarcarse en la vorágine del lanzamiento de un periódico digital nuevo. Tuvo un desfallecimiento que le hizo tomar cartas en el asunto y frenar el estrés y la falta de sueño que le estaba machacando: «Si pudiese volver atrás, me diría a mí misma: Arianna, tu rendimiento mejorará efectivamente si puedes comprometerte no solo a trabajar duro, sino también a desconectar, recargar y renovarte«, y sigue «Durante demasiado tiempo, demasiados de nosotros – las mujeres en particular- hemos actuado de acuerdo con la ilusión colectiva de que la extenuación es el precio obligado a la realización y el éxito, pero los recientes descubrimientos científicos dejan claro que esta idea no podría ser más errónea.» En 2016, con 66 años, Arianne Huffington abandona el HuffPost para centrarse en un nuevo proyecto: Thrive Global, una web cuya misión es acabar con la epidemia del estrés y el desgaste profesional ofreciendo soluciones sostenibles dirigidas a empresas y a los trabajadores para convivir de forma sana con la tecnología. «Ayudamos a la gente a reclamar sus vidas para poder brillar profesionalmente y personalmente, no solo sobrevivir», cuenta en una entrevista para VOGUE España.
Otro artículo que me llamó la atención sobre la necesidad imperiosa de descansar es de la directora de Relaciones Públicas del Grupo VARMA, Carmen Afán, escribe en la revista The Man On The Moon: «Hace algunas semanas me enfrentaba a un cuestionario que pretendía saber Las 27 cosas que quiero experimentar al menos una vez en la vida. Voy y tecleo «descansar» y en la línea de abajo apunto estuve de reconfirmar descansar mucho». ¿Qué hacen ustedes cuando tienen tiempo libre? Porque no nos engañemos, aprovechar las primeras tardes de agosto para preparar ponencias no es descansar. Dedicar un par de horas a la semana a cuidarse no es descansar. Pasear la vista por mi red social favorita antes de dormir no es descansar. Leer para mantenerme al día o para detectar tendencias no es descansar. Ir a sitios a hacer networking no es descansar…. Descansar es dejar vagar la mente.»
El periodista Guillermo Altares escribió acerca de por qué dormimos tan mal en un reportaje para EPS, y decía sobre el sueño algo así de rotundo: «Las ventajas de ese acto tan sencillo (dormir) tienen que ser descomunales porque perder la conciencia es una desventaja brutal (para los animales), un momento de debilidad total ante los depredadores».
Descansar bien está siendo un asunto social tan importante que los más avispados ya están desarrollando programas de coaching para eso. Tener un sueño regenerador afectará a nuestro carácter, vitalidad, sistema inmunológico y equilibrio hormonal, eso expone el centro de fitness norteamericano Equinox, que ha puesto en marcha su propio programa para crear hábitos que nos permitan un descanso profundo. Lo consideran parte esencial para asegurarnos una buena salud por sus poderes regenerativos. Y ya hay empresas en Japón, China y EE.UU. que habilitan espacios dentro de sus edificios para echarse una siesta, a sabiendas de que seremos mucho más productivos descansados. Nos han copiado esa práctica tan placentera de la siesta, entre ellas la NASA, Google, Huawei y, por supuesto, el HaffPost. Y en Nueva York han surgido compañías que ofrecen instalaciones en la ciudad donde poder ir a echarse un rato (la siesta de media hora a 10$). Y como nueva.
«Kómoda, la vida sin energía» – Cecilia Múquiz, directora de la revista Cosmopolitan, y Jose Luis Casero, presidente de ARHOE (Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles).
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«Kómoda, la vida sin energía» – Macarena Cutillas, especialista en Hot Yoga, y el conductor del documental Nicolás Coronado.
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