¿Quién se ocupa de nuestro Patrimonio Cultural?

por 24 Nov, 2017CULTURA, NOS GUSTA

Biblioteca del Instituto del Patrimonio Cultural de España

El año pasado, en ocasión  del festival de arquitectura que organiza anualmente Open House Madrid  tuve la oportunidad de visitar «La corona de espinas«, ese edificio circular escondido entre árboles que había visto pasando en coche un montón de veces. Es la sede del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), construido por Fernando Higueras y Antonio Miró a finales de los años 60. El edificio es de una belleza que por sí sola merece una visita. Es la sede que custodia nuestro patrimonio y cuenta con una biblioteca, de planta también circular, que guarda el historial de nuestras huellas culturales, tan variopinto como los antiguos molinos de viento, la catedral de Toledo, la Fundición de San Andrés en Almería, la Filmoteca Española, los paisajes de la trashumancia, la ciudad de Cuenca, las canciones populares, el Teatro Barceló en Madrid y el Patrimonio Fotográfico español… Todo está documentado y archivado. Allí, en silencio, habita nuestra memoria cultural, abierta al público.

El IPCE tiene varios campos de acción, que se vienen a llamar Planes Nacionales, y que los realiza con presupuesto estatal y con la colaboración de entidades regionales y privadas, con el fin de documentar, estudiar y conservar edificios con un valor cultural. Ha incorporado en su web una novedad que me ha impresionado, la plataforma Narrando Paisajesun viaje aéreo por los paisajes españoles: 100 paisajes agrícolas, ganaderos, forestales, industriales, urbanos, históricos y simbólicos que conforman el patrimonio cultural de un país.

Pero, ¿y quién se ocupa del resto del patrimonio Cultural y Natural que no cabe bajo el paraguas de protección del IPCE y otros organismos públicos? ¿Quién controla y denuncia las demoliciones o construcciones en paisajes protegidos consentidas por los Ayuntamientos?

Existen asociaciones y fundaciones cuya misión es cubrir los lugares donde no llegan los agentes públicos. Son de carácter privado y se alimentan del sentido cívico de los ciudadanos. El problema es que en España este tema se ha dejado de lado. No somos proclives a proteger nuestra herencia cultural de la época que sea. Por eso su misión, además de documentar y denunciar los edificios en riesgo de degradación o sus demoliciones (solo en Madrid se han demolido este año dos edificios emblemas de la arquitectura contemporánea, cuya protección aún está en el limbo), se ocupan de concienciar y educar a la sociedad para poner en valor la belleza y el interés histórico de infinidad de edificios, paisajes y pueblos que enriquecen nuestra acervo cultural. Entre ellas se encuentran la asociación Hispania Nostra que se dedica a concienciar, preservar y alertar de la degradación de los bienes culturales y naturales tangibles e intangibles nacionales. Forma parte de una red de actuación que agrupa asociaciones y fundaciones de Patrimonio en Europa, EE. UU. y México. Cuenta con 40 años de historia y su gran meta ahora es poner en marcha una campaña de concienciación ciudadana que vaya calando en la sociedad. Quieren implicarnos a todos en el cuidado de nuestro legado cultural. Es la manera de que se pueda realmente llevar a cabo tareas de restauración y de promoción de infinidad de lugares que han caído en el abandono, y alcanzar un día el potencial del National Trust en Reino Unido.

También trabaja en la preservación a nivel privado la Fundación Docomomo Ibérico, una organización de origen holandés que se dedica a la documentación y conservación de la arquitectura del movimiento moderno, que tuvo gran influencia en los pueblos de colonización que Franco mandó construir tras la Guerra Civil. Y a nivel local Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, que se centra en los edificios y sitios con un interés arquitectónico en riesgo de la Comunidad de Madrid.

El año que viene, en 2018, se celebra por primera vez el Año del Patrimonio Cultural Europeo con el fin de volver a retomar la ilusión ciudadana por una identidad común europea. Y generar, además, actividad económica y puestos de trabajo. Actualmente unas 300.000 personas trabajan directamente en la UE en actividades relacionadas con la promoción y protección del patrimonio cultural, además de todos los que lo hacen de forma indirecta.

Leí en septiembre una entrevista en El País a Paloma Sobrini, directora general del Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, en la que dice que sólo 10 de los 179 municipios en la Comunidad tienen actualizado su catálogo de elementos a proteger (¿a qué esperan?). En Madrid capital, durante la alcaldía de Ana Botella se contrató un equipo para que hiciese un inventario exhaustivo de todo lo que es patrimonio de interés en la ciudad, pero una vez hecho el inventario hay que adjudicar el nivel de protección de cada uno los bienes. Tras su marcha, el proyecto quedó guardado en un cajón. No hay interés. Me gustaría cerrar con esta cita suya: «el patrimonio no es de titularidad privada o pública, es colectivo«.

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