Una extravagancia a 90º bajo cero
Uno de los lugares más inhóspitos, brutales y recónditos de la faz de la tierra, La Antártida, se está convirtiendo en punto de mira de un turismo muy elitista. En el 2015 tuvo 500 visitas, teniendo en cuenta que cuesta 25.000 dólares apuntarse a un tour básico de una semana. Resulta inquietante la perspectiva de que pronto deje de ser un lugar virgen donde sólo andan científicos (el Tratado Internacional Antártico de 1959 y su Protocolo de Madrid de 1991, consagraron este continente exclusivamente a la paz y a la ciencia) para convertirse en centro de atracción turística. Este post me crea un conflicto enorme, porque estoy contribuyendo a ello. Sé que no debería de hacer publicidad de estos viajes porque francamente me inquieta pensar que pronto se convertirá en escenario de recreo y pierda de un plumazo su romanticismo de lugar inaccesible. Pero a mí particularmente me gustaría mucho atravesar el Cabo de Hornos y acercarme a aquella inmensidad. Y como empieza a ser posible el ir, lo cuento. Lo tengo que contar.
La revista británica 1843 del grupo The Economist, publica en este reportaje las impresiones de su periodista Sophy Roberts, que fue a experimentar como turista un destino del que aún se habla muy poco. No volvió muy entusiasmada, pero sí que sacó algo en claro, interesante, y es que el poder de seducción de esta gran mancha blanca y gélida no reside en lo que tiene de remoto, de puro, de elitista, en su gran valor científico o en el romanticismo de aquellos que sueñen con seguir el rastro de exploradores; es mucho más sencillo que todo eso, radica en poder experimentar, por unos días, la grandeza de lo básico. La idea de vivir sólo con lo esencial: cobijo, comida, descanso y habilidad para vivir día tras día. Una experiencia que se le insinúa al turista y que se le arrebata al mismo tiempo.
La base del campamento se encuentra en el Union Glacier Camp. Allí permaneció la periodista toda la semana y está operativo para el turismo desde noviembre hasta enero. Por un extra considerable se puede hacer una excursión a Elephant Head o ir a esquiar al Polo Sur.

Por otro lado, la agencia de viajes Hurtigrutun, especializada en travesías por los paisajes más desconocidos del norte del planeta, ha ampliado su abanico de propuestas exóticas para el 2017 y ya organiza viajes a la Antártida y Cabo de Hornos por un precio bastante más asequible y con la posibilidad de acampar una noche en el continente blanco o de realizar tours en kayak a través de los icebergs.

No puedo abandonar la Antártida sin hacer una referencia romántica al explorador británico-irlandés Ernest Shackleton. La suya es una de las hazañas de supervivencia más impactantes de nuestra historia.
Un 8 de agosto de 1914, alejándose de la Gran Guerra que acababa de estallar y habiendo hecho malabares para conseguir los fondos necesarios, dejó la costa británica de Plymouth a bordo de la nave Endurance y al mando de una tripulación de 28 personas, con el objetivo de explorar el Polo Sur. Su cometido se frustró muy prematuramente al encallar la nave entre bloques de hielo. A partir de entonces sólo pudieron centrarse en sobrevivir los 22 meses que estuvieron andando y flotando a la deriva sobre trozos de hielo.

Ernest Shackleton puso el siguiente anuncio en el periódico The Times para reclutar a hombres que le acompañasen en la Expedición Imperial Transantártica…

Los 27 tripulantes volvieron sanos y salvos, sin reconocimiento ni gloria. Pero todos ellos fueron héroes de una de las mayores hazañas de supervivencia. Habían sido capaces de permanecer unidos y de sobrevivir en otra lucha ajena a la que estaban librando sus patriotas en plena guerra mundial.
Te recomiendo la lectura de Sur (South, 1919), el relato personal de Shackleton sobre la expedición, una lección de convivencia humana y de resistencia; si lo lees, seguramente empieces a desviar los ojos hacia la Antártida cada vez que te topes con un mapa del mundo.
Y acaba de llegar a las librerías la versión en castellano de la novela Hermano de Hielo (Editorial Alpha Decay), que forma parte del proyecto Articantartic que la artista Alicia Kopf inició en 2011, dedicado a los grandes exploradores en ambos polos, entre ellos James Cook (s.XVIII) y Ernst Shackleton (s. XX). El documental Germà de Gel (Hermano de Hielo), Premio Documenta 2015, integra el proyecto y está basado en la película muda germano-norteamericana S.O.S. Eiberg (1933), dirigida por Arnold Franck, sobre el intento de rescate de unos exploradores en el polo norte, reeditado y reeinterpretado al gusto de la artista.
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