Violeta Varela: «La cultura nos ayuda a avanzar y nos condiciona»

por 2 Nov, 2018PERSONAS

Violeta Valera. © Gerson A. de Sousa Oliveira
Desde la mitad de la vida hacia adelante solo permanece vital aquel que está preparado para morir con vida… La luna creciente y la luna menguante son la continuidad de una misma curva” que guarda el símbolo de todo un ciclo de vida. Carl Gustav Jung (1875-1961)

Violeta Varela, psicóloga por vocación, es una incurable trotamundos. Los continuos viajes y los cambios de ciudad de residencia han cincelado una manera de percibir los márgenes entre lo conocido y lo incógnito creando nuevos caminos,  diferentes perspectivas y maneras de ver la vida. Esa inquietud ha promovido en ella la capacidad de crear alternativas, “danzar por las periferias” lo que, al contrario de lo que se pudiera pensar, le ha hecho sentir  más estable y pausada.

Sus estudios como psicóloga en el ámbito de la salud mental y el ejercicio de su profesión en una capital como Madrid, competitiva y feroz, no han aminorado  su impulso, ni la certeza de que a través de la psique es posible cambiar muchas cosas.  Su trabajo en servicios de atención a víctimas de violencia de género le acercó a los planteamientos del psicólogo suizo y fundador de la psicología analítica Carl Gustav Jung (1875-1961), y esa salida laboral le llevó a la psicología analítica “junguiana” que hoy desarrolla de forma privada en su consulta junto a técnicas para la modificación cognitivo-conductual y coaching personal, para afrontar el cambio, lograr la toma de decisiones y disfrutar el presente plenamente.  Encuentra en lo creativo claves saludables. La inspiró el libro de Clarissa Pinkola, Mujeres que corren con los lobos, que expresa la necesaria conexión de nuestra vida actual con lo ancestral y primigenio para recuperar “la naturaleza salvaje del alma”.

Tanto en su espacio familiar, como mujer casada y madre, como  en lo social, Varela se ha enfrentado a numerosas encrucijadas, puntos ciegos que forman parte de un mundo aún en desequilibrio entre hombres y mujeres, cuyo análisis supone una valiosa información que le ha servido en su trabajo en pro de la igualdad y en su propia vida personal. “Tengo el sentimiento de haber estado despegada durante más de 20 años de mí misma, de mis propiedades íntimas y compartidas. Alejada de mi ritmo menstrual, por razones anticonceptivas y de salud, limitada en mis valoraciones, restringida a mi belleza, coartada en mi sabiduría, ajena a mi propia Naturaleza.

Por fortuna, Varela confiesa que está viviendo un despertar a lo que considera verdadero, que a veces duele y también reconforta. Para ello dedica parte de su tiempo a ser consciente de los alimentos que toma, los útiles que consume, la tecnología, el ambiente, las personas con las que se comunica, la información que llega. “En definitiva, lo vacío todo para sentir solo mis pautas orgánicas. Busco quien me contagie su buen humor, dar fuertes abrazos o sacar mi genio… Y cuando siento que me desconecto de mi propio compás, me ayuda volver a él tocar la pandereta y la percusión en un grupo de música astur-celta, caminar junto a mi perra labradora, ver películas de animación japonesas de Estudio Ghibli, escribir…”

Varela considera que la cultura es un arma de doble filo, que por un lado nos ayuda a avanzar pero que también nos condiciona…”En la igualdad de género hay razones para sentir orgullo y motivos para saber que queda mucho por hacer”. Un mundo que se mueve de acuerdo a arquetipos los cuales fueron definidos por Jung como “imágenes de consciencia” que comparten los seres humanos y que están ahí con la misión de ayudar al ser humano a “madurar” cuando hay una disposición personal y social. “Para que las “imágenes” arquetípicas nos lleven a transformar la realidad es necesario darles un recorrido para que cobren forma, en procesos que pueden ser íntimos o en proyectos grupales creativos, que se identifican porque tienen la estructura de las buenas historias o los ancestrales cuentos”—comenta y añade— “Últimamente oigo mucho «El viaje del héroe», pero hay muchas formas. En el caso del héroe, hace falta que sea heroína y para poder serlo, primero tiene que creer que puede cambiar el curso de la historia… Creo que estamos en el momento en el que muchas mujeres están o van a vivir su propio empoderamiento. Esto es positivo por denotar consciencia de que lo femenino no tiene que estar asociado a pasividad o sometimiento ante lo masculino, pero puede ser negativo en el extremo de querer un relevo del poder sin cambiar realmente el modelo de vida.

Los retos que Violeta considera que las mujeres tendremos que afrontar tanto en lo profesional como en lo personal, se asientan en asumir la gestión de nuestra ira, nuestra desconexión, no buscando culpables sino creando nuevos modelos de organización e interpretación de lo que vivimos.  “Me llama la atención que desde que integro mi trabajo con mi propia vivencia de superación (en psicología junguiana la terapeuta pasa por su propio análisis) puedo crear un espacio terapéutico más facilitador para que otras personas logren sus propias claves de ajuste”.

Violeta en Somiedo, Asturias

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