Somos amigas desde la Universidad. En aquellos años viajamos juntas a muchos lugares. No teníamos un duro, pero nos colgábamos la mochila y salíamos a ver mundo, de lo mejor que se puede hacer en esta vida. Lo curioso es que, con el paso de los años, las penurias presupuestarias y los cuchitriles más inmundos se convierten en los mejores recuerdos.

Bueno, esos, y aquel viaje que hicimos por California, ya con nuestro primer sueldo, en un descapotable que nos llevó a rincones del Far West que sólo habíamos visto en las películas. Nos acompañaban Bruce Springsteen y Bob Seger, la cara A y la cara B del único casette que nos habíamos llevado desde Madrid. Y para qué queríamos más. Jamás olvidaremos la sensación que producía la mezcla de “The River”, que desafinábamos a todo trapo, con aquellos paisajes que rayaban la desolación.

Estamos cerca de cumplir los 50. Y no nos gustan algunas cosas que vemos a nuestro alrededor. Nos descorazona ver cómo la voz de las mujeres, a partir de nuestra edad, está prácticamente desaparecida de los medios femeninos (y de muchos otros). Tiene sentido: es un mundo consumista que venera, por encima de todo, valores asociados a la juventud. Sólo algunos fogonazos y portadas puntuales rompen esa invisibilidad; a nosotras nos hacen pensar en modas fugaces o en cuotas para que nadie pueda reprocharles su insensibilidad.

Vivimos en un mundo abrumado por la revolución digital. Y si buceas online en busca de la mujer madura, se te cae la mandíbula al suelo de tanto tópico, tanta menopausia, tanto anuncio de porno “intergeneracional”; tanta publicidad engañosa… en definitiva, de tanto desfase con la realidad. Nos parece que el mundo está desaprovechando la oportunidad de conocer grandes talentos (a menudo escondidos bajo etiquetas de “madre”, “pareja de”, “ejecutiva”, “ama de casa”); de saborear una belleza diferente a la de los gloriosos veinte años, y de cambiar el chip en torno a una etapa vital en la que, contra todo pronóstico publicitario, podemos sentirnos genial.

Y nosotras nos sentimos así. Llenas de energía y de ganas de seguir descubriendo, repletas de experiencias, notamos una serenidad que nos hace ver la vida con una perspectiva más equilibrada. Tenemos ganas de hacer la mochila y seguir conociendo mundo, sabemos que hay muchos kilómetros de hermosas carreteras por delante, y que nos vamos a divertir. On the 50 Road es un viaje más que queremos hacer juntas, con una meta muy concreta: conocer y dar voz a mujeres fascinantes. Mujeres a las que les definen sus logros, sus sueños, sus proyectos, su estilo personal. No su edad.

Bienvenida… ¡Nos vemos en la carretera! | María Pérez de Arenaza y Cristina Saura