Trabajar en igualdad de condiciones es una ilusión a nivel mundial

por 28 Feb, 2018BLOG

Woman at a Factory 1940s by Howard R. Hollem. Photo courtesy of United States Library of Congress under Creative Commons license. Wikimedia

La desigualdad de género sigue imperando en el mercado laboral de cualquier país del mundo, en mayor o menor grado, pero no se libra de ello ni un solo país en el planeta. El panorama es desolador, si se tiene en cuenta que la mujer se incorporó al trabajo como fuerza activa en el mundo occidental hace seis décadas y, al ritmo que vamos, la brecha tardará 170 años en cerrarse, según el Informe Global de la Brecha de Género 2016 del Foro Económico Mundial.

Recuerdo muy bien ese momento en que, con 18 años, tienes que decidir qué hacer con el resto de tu vida. Mi padre se empeñó en que mi hermana y yo debíamos preparar oposiciones. A mi hermano ni se lo planteó. Era por entonces la salida más segura por el hecho de ser chica en una sociedad machista.  Así de claro nos lo dijo. Ninguna de las dos le hicimos caso. Me figuro que fue una de sus primeras decepciones como padre. Y estoy segura de que aún siente una cierta inquietud sobre nuestro futuro profesional por ser mujeres y, además, cada vez más mayores y con un panorama económico de echarse a temblar. El caso es que ya han pasado unas cuantas décadas y  la situación no ha mejorado. Lo vemos todos los días y lo refrendan los estudios. Y ese estancamiento impresiona mucho.

Aquí van algunos datos del estudio Gender Gaps in the Spanish Labor Market, publicado en octubre 2016 por la Fundación Fedea en colaboración con la Universidad Complutense. La misión de la fundación es investigar el estado de la sociedad española, analizar los datos y proponer reformas estructurales para influir positivamente sobre el diseño de la política económica. Estas son las cifras:

  • En el ámbito salarial, la brecha de género en favor del hombre supera el 20%. España es el sexto país con mayor brecha salarial entre los 28 estados miembros de la Unión (fuente: Eurostat).
  • A lo largo de los últimos 15 años, la tasa media de desempleo femenina (20%) ha sido más de 6 puntos porcentuales superior que la masculina (14%).
  • En general, la proporción de mujeres en instituciones públicas tiende a decrecer a medida que aumenta el nivel de autoridad. Este dato nos sitúa dentro de la media europea.
  • En el sector privado, encontramos que las mujeres ocupan sólo el 10% de las posiciones de mayor liderazgo de las empresas más grandes de España, así como alrededor del 17% de los asientos en sus consejos de administración; cifras inferiores a la media de los 8 países analizados con detalle (Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Alemania, Suecia, Bélgica y Holanda).
  • El 55% de los españoles con titulación superior son mujeres.

El gran debate social sobre la situación de la mujer trabajadora en España estará servido una vez más entorno al Día Internacional de la Mujer, que se celebra el día 8 de marzo. Y aunque el mes ha cogido fuerza simbólica y se ha convertido en un movimiento global, el discurso suena ya a disco rallado. Seguimos año tras año dándole vueltas a los mismos síntomas sin llegar a ninguna parte. Bueno, a ninguna parte no. Hay países como Islandia, Reino Unido, Alemania y Canadá que se han propuesto romper con la barrera de la desigualdad laboral y están implantando medidas efectivas, que obligan y ponen en evidencia a las empresas. El Parlamento islandés, por ejemplo, aprobó en enero 2018 una ley que obliga a las empresas y organismos públicos de más de veinticinco empleados a demostrar que por el mismo trabajo ofrecen el mismo salario, independientemente del género, etnia, orientación sexual o nacionalidad del trabajador. El objetivo del ejecutivo es que para 2022 no exista diferencia entre los sueldos de hombres y mujeres. Y también desde enero, los trabajadores alemanes tienen derecho a saber cuánto cobran sus compañeros. Además, las empresas con más de 500 empleados deben hacer informes periódicos sobre la igualdad salarial de su estructura para comprobar que se cumple el principio de igual retribución por trabajo del mismo valor.

Pero en España, nuestro jefe de gobierno va a otro ritmo… en una entrevista reciente en el programa de Carlos Alsina para Onda Cero, ante la pregunta sobre la brecha salarial, solo se le ocurrió decir lo siguiente: «Yo creo que los gobernantes debemos ser muy cautos a la hora de saber cuáles son nuestras competencias y cuáles no, y desde luego, no hay ninguna que sea el igualar salarios (…)  No nos metamos en eso, demos pasos en la buena dirección, que es como se solucionan los problemas».

Dejando al gobierno de lado, sí que se están logrando cosas. Se está consiguiendo romper el desafiante techo de cristal y son las mujeres en los puestos de toma de decisiones las que se encargan de hacerlo, allanando el camino y sirviendo de referente a las siguientes (hablábamos de ello en este post). Pero el ritmo es lento, porque son aún muy pocas. La revista Yo Dona en su último especial dedicado a La Lista de las 500 españolas más influyentes hoy, publica los siguientes datos:  27% de mujeres en puestos de alta dirección, 10% de empresas con paridad en su comité de dirección,  20,30% de mujeres consejeras en las empresas del IBEX,  18% de startups lideradas por mujeres. Nos situamos a la cabeza de Europa en el número de mujeres científicas con un 39% y en la presencia en el Parlamento con 35,7% de ministras y 39,7% de diputadas y 44,5% de parlamentarias regionales.

En el termómetro del mundo laboral, ser mujer trabajadora sigue aún en números rojos. La realidad del día a día de la inmensa mayoría de las mujeres es todavía una frustración constante. Aún no está resuelta la conciliación laboral/personal y mucho menos una conciliación que ataña a hombres y mujeres por igual. Desde que la mujer se incorporó al mercado laboral, la mayoría de los sectores empresariales no han querido cambiar las reglas del funcionamiento laboral, por eso seguimos estancados en un pasado en el que el trabajo remunerado era cosa del cabeza de familia. Así, se explica la desigualdad en el salario laboral, la negación de promociones a quien se acoge temporalmente a una jornada reducida, y la falta de directivas y consejeras en las empresas. Además de la carencia de puestos de trabajo a jornada parcial de calidad y la posibilidad remota de que una mujer superados los 45 años encuentre un trabajo por cuenta ajena adecuado a su curriculum.

Todos estos factores, a los que se suman los valores arcaicos que llevamos en nuestro ADN, atribuidos a la esfera femenina: espíritu de servicio, sacrificio, generosidad, cuidado de la familia… han hecho y todavía hacen flaco favor a la hora de decidir quién se ocupa del hogar. Según el CIS, las mujeres dedican diariamente 2 horas más al día de media a tareas domésticas que los hombres (yo diría que mucho más). ¿Tendrá este panorama algo que ver con el descenso de la natalidad que tanto preocupa a los gobiernos?.

Pero esta situación de inmovilismo no afecta solo a España, el World Economic Forum alerta sobre el mismo tema en su último estudio The Global Gender Gap Report 2017. Esta fundación de carácter independiente y sin ánimo de lucro, creada en Davos en 1971, tiene como cometido  observar y mejorar la salud mundial influyendo positivamente en las agendas de los poderes públicos y privados. Su estudio realizado en 144 países atiende a cuatro factores clave: salud, educación, economía y política, y llega a una conclusión alarmante: la franja actual de desigualdad entre los sexos es la más elevada desde 2008. La fundación subraya que «los desequilibrios en cuestión de salarios y tasa de actividad se han vuelto crónicos y, sin embargo, en 95 de los países analizados la proporción de mujeres universitarias es igual o superior a la de los hombres».

El estudio del WORLD ECONOMIC FORUM, realizado en 144 países, atiende a cuatro factores clave: salud, educación, economía y política, y llega a una conclusión alarmante: la actual franja de desigualdad entre los sexos es la más elevada desde 2008.

Si las mujeres llevasen a cabo un rol idéntico al de los hombres y la productividad fuera del 100%, el PIB global podría incrementarse, para 2025, en un 26%, es decir, 28 trillones de dólares. Lo que viene a ser la suma de las economías de EE. UU. y China.

Los países nórdicos siguen ocupando los puestos más altos en el ranking general de desarrollo de la igualdad entre géneros: en cabeza Islandia, Finlandia, Noruega y Suecia. Ruanda ocupa el puesto 5º. Ha pasado de ser un país en guerra a convertirse en uno de los más seguros del continente y más avanzados en este asunto (es el país con mayor porcentaje de mujeres en su parlamento (64%) del mundo). España ocupa el puesto 24 en el ranking, y el 72 en lo que se refiere a igualdad de oportunidades en la actividad económica.

Y según el informe publicado, en 2015, por  McKinsey Global Institute (MGI), The power of parity: How advancing women’s equality can add $12 trillion to global growth, «la igualdad de género en el mundo profesional no es sólo una cuestión de moral o social, sino que repercute también en favor del crecimiento económico. Si la mitad de la población no consigue llevar a cabo su potencial como fuerza de trabajo, la economía global sufrirá. Actualmente las mujeres solo contribuyen al 37% del PIB global«.

El estudio, realizado en 95 países, basa el cálculo de la desigualdad en los siguientes indicadores: nivel educativo, independencia económica, productividad en el trabajo y acceso digital, representación política, protección legal en la realización plena de sus posibilidades y contra la violencia machista, y dedicación no remunerada al cuidado de la casa y de familiares. En un escenario, según el informe, donde las mujeres llevasen a cabo un rol idéntico al de los hombres y la generación de productividad fuera del 100%, el PIB global podría incrementarse en un 26% para el año 2025. Es decir, 28 trillones de dólares. Lo que viene a ser la suma de las economías de EE UU y China. La consultora llama a las empresas y gobiernos para que se impliquen activamente en favor de la igualdad de oportunidades laborales, con el fin de fomentar el crecimiento económico de cada país y el de las propias empresas.

Ocuparse de favorecer una sociedad donde mujeres y hombres gocen de los mismos derechos, obligaciones y de las mismas posibilidades de crecimiento, no es solo una cuestión de justicia, sino que es uno de los pilares para que una sociedad evolucione y prospere. Un estudio del Peterson Institute for International Economics, realizado en 2016 sobre más de 21.000 empresas en 91 países, demuestra que la presencia de mujeres líderes en empresas incrementa los beneficios. Es interesante la introducción del informe: «Las mujeres no participan en la economía global con la misma implicación que los hombres. Esto es un hecho que lleva implícitas dos preguntas: ¿Por qué?; y ¿Cuál sería el impacto económico de una mayor participación femenina en la economía global?«.

No quería acabar sin mencionar el concepto de origen británico, the glass cliff (el acantilado de cristal), acuñado en 2005 por dos profesores de la Universidad de Exeter, Michelle Ryan y Alexander Haslam.  Ambos llevaron a cabo una investigación sobre la forma de proceder de las compañías que cotizan en Bolsa ante situaciones de crisis, y llegaron a la conclusión de que todas ellas ponían a mujeres al mando de la situación, a sabiendas de que las probabilidades de éxito eran mínimas. Para hacer el trabajo sucio sin reconocimiento alguno.

Si, además de los estudios que ratifican la incidencia positiva de las mujeres en la economía a nivel global, tenemos en cuenta que las mujeres controlan el 65% de las decisiones de compra mundiales, según The Boston Consulting Group, la pregunta sigue ahí: ¿Por qué sigue costando tanto su reconocimiento?.

Nos gustaría saber si eres testigo de situaciones y gestos que inducen a una situación de desigualdad laboral y cuéntanos, por favor, qué medidas piensas que deberían adoptarse para combatir esta situación.

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