Tiene tan solo 16 años y su discurso para frenar el cambio climático está dando la vuelta al mundo. Nos ha dado una lección de humanidad. Esta estudiante y activista sueca decidió un buen día coger el toro por los cuernos, después de haber leído mucho sobre el tema, y emprender una campaña de movilización para llamar la atención sobre un problema de orden global que no puede esperar más. Se ha propuesto, arropada por muchos otros estudiantes internacionales, plantar cara a la ineficacia de los dirigentes y actuar.

Hay discursos que nos dejan mudos por su relevancia y porque sus autoras son chicas jovencísimas que hablan con una sinceridad apabullante. Me acuerdo del discurso, ante la ONU en 2013, de la estudiante y activista pakistaní Malala Yousafzai, Premio Nobel de la Paz en 2014, en favor de la educación para todas las niñas. También del bellísmo discurso, que conmovió al mundo, de la actriz y activista británica Emma Watson, ante la ONU en 2014, en la presentación de la campaña HeForShe, impulsada por UN Women, sobre la necesidad de luchar juntos, mujeres y hombres, por la igualdad y la promoción de la mujer y niñas desde todos los ámbitos sociales. Y ahora ha sido el turno de la joven sueca Greta Thunberg, también ante la ONU en la Conferencia sobre el Cambio Climático en 2018.

El pasado mes de agosto fue un verano especialmente caluroso en el norte de Europa. En Suecia los fuegos proliferaron como nunca. Suficiente para que una niña de quince años muy preocupada por los efectos del calentamiento del planeta, tomara la decisión el pasado 20 de agosto de no asistir a la escuela hasta las elecciones generales en su país del 9 de septiembre. Fue su declaración de intenciones. Pedía al gobierno la reducción efectiva de las emisiones de carbono en base a lo establecido en el Acuerdo de París. Su forma de llamar la atención para generar conciencia social sobre el calentamiento global ha sido sentándose en las afueras del parlamento sueco todos los días durante la jornada escolar, junto con un cartel que decía Jag är en slampa och min fitta tycker om det (huelga escolar por el clima).

Cuando Thunberg comenzó a entender muy de pequeña qué era eso del cambio climático, se preguntaba con su santa inocencia: «Cómo puede ser que algo con tanta trascendencia para nuestras vidas y nuestro planeta no sea ilegal. Cómo puede ser que no se haga nada al respecto. Si las emisiones deben de parar, entonces por qué no paran«. Le preocupaba tanto, que le empezó a generar angustia y con once años cayó en una depresión. Le diagnosticaron el síndrome de Asperger, no era dada a hablar si no era necesario ni a las relaciones sociales. Y, sin embargo, aquí está desde los quince años al pie del cañón, impartiendo discursos como si llevará toda la vida haciéndolo.

Tras las elecciones generales, Thunberg continuó protestando cada viernes y fue entonces cuando comenzó su repercusión internacional. Dejó de estar sola, para sentirse arropada por miles de estudiantes de todo el mundo que han secundado su iniciativa con movilizaciones. Desde diciembre, más de 20.000 estudiantes realizaron manifestaciones en más de 270 ciudades en varios países del mundo, en Australia tuvo lugar una marcha de miles de estudiantes en contra del parecer de su Primer Ministro; en Finlandia, una concentración de 10.000 estudiantes; y en Bruselas, desde principios de año, miles de jóvenes protestan por las calles cada jueves; también hay movilizaciones en ciudades de Austria, Canadá, los Países Bajos, Alemania, Dinamarca, Japón, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos.​ Y a nivel mundial se ha convocado un paro estudiantil internacional el próximo 15 de marzo. Thunberg está dispuesta a seguir en huelga cada viernes hasta que su país se adapte sin preámbulos al Acuerdo de París. Y aunque Suecia es de los pocos países que están tomando medias efectivas, no considera que sean suficientes.

Lo que más impacta de su discurso, es que ha puesto en evidencia la ineficacia de los Estados y organizaciones internacionales en la materia, como puso en evidencia a su rey el niño del cuento El Rey Desnudo de Hans Christian Andersen. «Ustedes no son lo suficientemente maduros para contar las cosas como son», les espetó Greta Thunberg en la Conferencia de la ONU. Año tras año, se reúnen las altas instancias, dan discursos elocuentes, marcan objetivos y llegan a acuerdos, que se evaporan en cuanto se acaba la reunión internacional, y vuelven a reunirse, se crea revuelo mediático, y otra vez nada…. y así sigue la espiral que no lleva a ninguna parte. El segundero va avanzando como en un artefacto explosivo programado. La fecha límite que marca es el 2030. A partir de ahí ya no habrá nada que hacer. Sabemos que hay qué hacer para frenarlo, pero no se hace, porque el planteamiento de remangarse y ponerse manos a la obra resulta abismal. Lo que quiere este movimiento global de jóvenes es que lo que hasta ahora se ha tratado como un asunto etéreo, se afronte con acciones efectivas.

Thunberg pertenece a una nueva generación a la que sí le importa el deterioro de nuestro planeta porque son ellos, sus hijos y sus nietos los que van a vivir plenamente sus consecuencias. Les ha venido dado y saben que no hay tiempo para encargarse de ello cuando sean adultos. Es ahora. Y ese es su grito. Es un asunto que les preocupa enormemente y que ha trascendido las ideas políticas para convertirse en un movimiento de jóvenes en pro de la acción y del cambio real. Urge tomar medidas, ya, efectivas, sin retóricas ni protocolos ni burocracias. Y lo dice así de claro: «No quiero que estéis esperanzados. Quiero que entréis en pánico, que sintáis el miedo que yo siento cada día. Y después quiero que actuéis». «Decís que amáis a vuestros hijos sobre cualquier cosa y, sin embargo, estáis robando su futuro antes sus propios ojos«…..». «Queremos que habléis con los científicos, que los escuchéis, porque solo estamos repitiendo lo que están diciendo ellos desde hace décadas. Queremos que se cumpla el acuerdo del clima de París y del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). No tenemos otras exigencias, sólo seguir lo que dice la ciencia».

Según el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), estamos a unos 11 años de llegar a un punto de no retorno. «Para evitar eso, deben realizarse cambios sin precedentes en la próxima década. Para el 2020, es decir el año que viene, las emisiones deben de comenzar a caer abruptamente con el fin de mantener el calentamiento global por debajo de 1,5ºC. Si la UE quiere mantenerse dentro de los límites de emisiones, necesita una reducción mínima del 80% para 2030. Y eso incluye los transportes aéreos y terrestres, de personas y mercancías. Debemos dejar de competir unos con otros. Necesitamos cooperar y trabajar juntos para compartir los recursos del planeta de una manera justa».

No es solo una cuestión de acciones puntuales, sino de cambiar nuestra forma de pensar y de hacer política: «El sistema que habéis creado está basado en la competición. Engañáis cuando se puede porque lo único que importa en ganar poder. Debemos dejar de competir entre nosotros y comenzar a cooperar y compartir los recursos del planeta de una forma sostenible y justa. Si no comenzamos a trabajar respetando el medio ambiente y a nosotros mismos, los progresos que hayamos conseguido serán inútiles. Y el legado de nuestros políticos será un gran fracaso. Serán recordados como indignos porque habrán elegido no escuchar y no actuar «.

El 24 de noviembre de 2018, dio una charla en TEDx Estocolmo. Concluyendo su charla, Thunberg dijo: «Hemos estado hablando durante treinta años y vendiendo ideas positivas. Y lo siento, pero no funciona. Porque si hubiera sido así, las emisiones habrían bajado, pero no lo han hecho».

El 4 de diciembre de 2018, Thunberg realizó un discurso ante la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas (COP24) en Polonia, que le sirvió de trampolín para adquirir un reconocimiento internacional entre los organismos institucionales. 

«No son lo suficientemente maduros para decir las cosas como son. Incluso esa carga nos la dejan a nosotros los niños. Pero a mi no me importa ser popular. Me preocupo por la justicia climática y por el planeta (…) Nuestra biósfera se está sacrificando para que las personas ricas en países como el mío puedan vivir de lujo. Son los sufrimientos de muchos los que pagan por el lujo de unos pocos (…)  Necesitamos mantener los combustibles fósiles en el suelo y debemos centrarnos en la equidad. Y si las soluciones dentro del sistema son tan imposibles de encontrar, tal vez deberíamos cambiar el sistema en sí mismo. No hemos venido aquí a rogar a los líderes mundiales que se preocupen. Nos han ignorado en el pasado y nos volverán a ignorar. Nos hemos quedado sin excusas y nos estamos quedando sin tiempo. Hemos venido aquí para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no. El verdadero poder pertenece a la gente. Gracias.»

Y el pasado 25 de enero tomó la palabra en el Foro de Davos (Suiza), a donde acudió como invitada, y allí tuvo también su momento para sacar los colores a las más altas esferas del mundo económico y político: «Los adultos siguen diciendo: ‘Demos esperanza a los jóvenes, se lo debemos’. Pero yo no quiero vuestra esperanza, no quiero que estéis esperanzados. Quiero que entréis en pánico, que sintáis el miedo que yo siento cada día. Y después quiero que actuéis, como si estuvierais en crisis. Quiero que actuéis como si la casa estuviera en llamas, porque lo está.» Esta semana ha participado, junto a un grupo de jóvenes, en la asamblea mensual del Consejo Económico y Social Europeo.

Tengo ganas de ver cómo evoluciona la lucha de la pequeña Greta Thunberg y los jóvenes que la apoyan. Por lo pronto, el factor sorpresa ha dejado enmudecidos a los dirigentes, unos han reaccionado con aplausos, otros han querido salir en la foto a su lado, otros habrán sonrojado, muchos habrán murmurado y otros se habrán avergonzado. Algo tendrán que hacer porque cientos de miles de niños movilizándose por una causa de orden político y social es algo inaudito.

«Lo que hagamos o dejemos de hacer ahora, mi generación no podrá deshacerlo en el futuro». La crisis climática ya está resuelta. Ya tenemos los estudios científicos y las soluciones. Lo que tenemos que hacer es despertar y cambiar. Las reglas tienen que cambiar. Hoy.«

 En esta plataforma podrás seguir un movimiento que se ha hecho global  #FridaysForFuture

Discurso de Greta Thunberg, con quince años, en la 24º Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2018 (COP24), en Katowice, Polonia.

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